Los cometas presentan cristales de silicato cuyo origen na­die había podido explicarse.

Pero esa incertidumbre ha sido re­suelta por un equipo internacional de astrónomos a partir de imágenes tomadas por el telescopio Spitzer. En ellas han comprobado cómo la explosión de una joven estrella lanza una ola de calor hacia el disco de gas y polvo que la rodea. Su efecto “funde” algunas de las partículas, que se unen formando cristales.

Pilar Gil Villar