Cuando llega el frío, los humanos necesitamos abrigarnos o recurrir a alguna fuente exterior de calor para mantener nuestra temperatura corporal. Pero las tortugas no tienen ese problema. Ellas adaptan la temperatura de su organismo a la del exterior. Y esa habilidad les permite sobrevivir hibernando dentro del agua.

Aunque, en el interior de un estanque con la superficie congelada, la cantidad existente de oxígeno es muy reducida, y eso obliga a estos animales a recurrir a otras estrategias para poder respirar durante el período de hibernación. La primera de ellas es la ralentización de las funciones de su organismo, lo que reduce la cantidad de oxígeno que es necesaria para mantenerlo en funcionamiento.

Pero, mientras los humanos no disponemos de ninguna forma complementaria a la respiración pulmonar para obtener oxígeno, algunas especies de tortugas (como la de Fitzroy o la tortuga pintada del este) también pueden respirar a través de ano mientras hibernan. Es lo que se conoce como respiración cloacal. Y consiste en utilizar ese orificio para filtrar el agua y extraer el oxígeno que contiene.

Se estima que las variedades de tortuga que recurren a este tipo de estrategias (como ya hemos dicho, no todas lo disponen de esa habilidad) tienen capacidad para sobrevivir una media de cien días en proceso de hibernación. Y, cuando este termina, su cuerpo ha quedado reducido al puro músculo.

Vicente Fernández López