La mayoría de las personas no son conscientes de su presencia cuando se dan un chapuzón en la playa, pero a pocos revolcones que les hayan dado las olas, seguro que alguno de estos bichos acabaron en sus estómagos. Son las criaturas microscópicas que viven en el agua hasta los 200 metros de profundidad y forman el plancton.
La palabra, de origen griego, significa «errante», y con ella no referimos a millones de minimonstruos marinos. Sin plancton no existirían peces, porque constituye su dieta básica. Así que las mariposas del mar, los ángeles y los erizos, aunque resulten invisibles, desempeñan un papel muy importante en nuestras vidas. Sin ir más lejos, el 50% de la fotosíntesis del mundo tiene lugar en la superfice del mar, y parte del combustible de nuestro coche tiene su origen en los restos de estas especies que, sepultados por los sedimentos, se conviertieron en petróleo.
Pero además de ser útiles, son bellas. El científico Richard Kirby las ha retratado por medio de un microscopio para aumentar su tamaño cientos de veces, y ha recogido las instatáneas en el libro Ocean Drifters, el mundo secreto bajo las olas. Tú tampoco habrás sido consciente de su presencia, pero sus efectos han llegado de manera infalible hasta tu nariz. A docenas de metros del agua habrás notado un ligero viento; pues bien, su origen es el fitoplancton que, al mutar, emite químicos aromáticos, ese olor tan característico que llamos brisa marina.
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