Los coprolitos, boñigas fósiles, revelan pistas sobre el éxito evolutivo de los dinosaurios durante millones de años
Si quieres saber lo que alguien ha comido, una forma habitual en la medicina forense es mirar la composición de las heces. Esto es válido para los dinosaurios que vivieron hace cientos de millones de años.
En el marco de una colaboración internacional, investigadores de la Universidad de Uppsala han logrado identificar restos de alimentos no digeridos, plantas y presas en las heces fosilizadas de dinosaurios. Estos análisis de cientos de muestras aportan pistas sobre el papel que desempeñaban los dinosaurios en el ecosistema hace unos 200 millones de años. Los resultados se publican en la revista Nature.
«Descifrar quién se comía a quién en el pasado es una auténtica labor detectivesca», afirma Martin Qvarnström, investigador del Departamento de Biología de Organismos y autor principal del estudio. «Poder examinar qué comían los animales y cómo interactuaban con su entorno nos ayuda a entender qué permitió a los dinosaurios tener tanto éxito».
Los paleontólogos de la Universidad de Uppsala, en colaboración con investigadores de Noruega, Polonia y Hungría, han examinado cientos de muestras utilizando imágenes avanzadas de sincrotrón para visualizar en detalle las partes internas ocultas de las heces fosilizadas, conocidas como coprolitos. Mediante la identificación de restos de alimentos no digeridos, plantas y presas, han recreado la estructura de los ecosistemas en la época en que los dinosaurios iniciaron su historia de éxito.
El estudio se centró en una región hasta entonces poco explorada, la cuenca polaca, situada en el Triásico Tardío, al norte del entonces supercontinente Pangea. Los investigadores construyeron una imagen completa de los ecosistemas del Triásico y el Jurásico (de hace unos 230 a 200 millones de años) combinando la información de los coprolitos con datos climáticos e información de otros fósiles: plantas, marcas de mordeduras, vómitos, huellas y huesos.
«El material de investigación se recogió a lo largo de 25 años. Tardamos muchos años en unirlo todo para obtener una imagen coherente», explica Grzegorz Niedźwiedzki, investigador del Departamento de Biología de Organismos y autor principal del estudio. «Nuestra investigación es innovadora porque hemos optado por comprender la biología de los primeros dinosaurios a partir de sus preferencias alimentarias. Hubo muchos descubrimientos sorprendentes por el camino».
Los coprolitos contenían restos de peces, insectos, animales más grandes y plantas, algunos de los cuales estaban inusualmente bien conservados, incluidos pequeños escarabajos y peces semicompletos. Otros coprolitos contenían huesos masticados por depredadores que, como las hienas actuales, trituraban los huesos para obtener sales y médula.
El contenido de los coprolitos de los primeros grandes dinosaurios herbívoros, los saurópodos de cuello largo, sorprendió a los investigadores. Contenían grandes cantidades de helechos arborescentes, pero también otros tipos de plantas y carbón vegetal. La hipótesis de los paleontólogos es que el carbón vegetal se ingería para desintoxicar el contenido del estómago, ya que los helechos pueden ser tóxicos para los herbívoros.
La investigación aborda una importante laguna en los conocimientos actuales: los primeros 30 millones de años de evolución de los dinosaurios durante el Triásico Superior. Aunque se sabe mucho sobre su vida y extinción, los procesos ecológicos y evolutivos que condujeron a su auge están en gran parte inexplorados. El estudio da como resultado un modelo de cinco pasos de la evolución de los dinosaurios que los investigadores creen que puede explicar patrones globales.
El equipo subraya que comprender cómo lograron su éxito los primeros dinosaurios puede ofrecer valiosos conocimientos sobre los ecosistemas prehistóricos y los procesos evolutivos en general. Los resultados muestran que la diversidad dietética y la adaptabilidad fueron rasgos cruciales para la supervivencia durante los cambios ambientales del Triásico Superior.
«Por desgracia, el cambio climático y las extinciones masivas no son sólo cosa del pasado. Al estudiar los ecosistemas del pasado, comprendemos mejor cómo la vida se adapta y prospera en condiciones ambientales cambiantes», afirma Qvarnström.
«La forma de evitar la extinción es comer muchas plantas, que es exactamente lo que hacían los primeros dinosaurios herbívoros. La razón de su éxito evolutivo es un verdadero amor por los brotes verdes y frescos de las plantas», concluye Niedzwiedzki.
REFERENCIA
Imagen: Un dúo de sauropodomorfos; uno masticando las plantas recién evolucionadas en un entorno húmedo del Jurásico Temprano mientras el otro mira hacia arriba como si hubiera algo escondido en la vegetación. Ilustración: Marcin Ambrozik.
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