No es del todo casualidad que eligieran a un vampiro para enseñar a contar a los niños en Barrio Sésamo. Un encantador vampiro, con un TOC, la aritmomanía
Pablo Beltrán-Pellicer, Universidad de Zaragoza
El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) que sufre el Conde Draco se llama aritmomanía, y no es tan casual que se eligiera a un vampiro para enseñar conteo a los niños en el programa infantil Barrio Sésamo.
La aritmomanía puede ser muy limitante. Consiste en sentir la necesidad de contar constantemente, o relacionar cualquier aspecto de la vida cotidiana con los números. Por ejemplo, evitar ciertos números o sentir la necesidad de repetir una acción un número determinado de veces, como abrir y cerrar una puerta.
Dentro de la abundante y variada mitología vampírica, además de ajos y crucifijos para ahuyentar a estos seres, es posible aprovechar su aritmomanía.
Cuenta la leyenda que si ponemos un montón de granos de cereal o de arena a un vampiro, se entretendrá contándolos hasta que se haga de día y ya no podrá hacer daño, pues el sol le afecta de forma especialmente negativa, como relata el escritor estadounidense Bruce A. McClelland.
Aprovecharse de la aritmomanía de las criaturas maléficas está más extendido de lo que parece.
En la mitología vasca, eguzkilore es la flor mágica que se coloca en la puerta de los caseríos para proteger el hogar y ahuyentar a los malos espíritus.
Este mito tiene varias versiones. En algunas, es el parecido de esta flor con el sol lo que ahuyenta a los malvados espíritus nocturnos. En otras, se relata que las lamias, para poder entrar en una casa y llevarse a los niños, deben contar los flósculos de la planta y dar con el número exacto. Al equivocarse, se les hace de día.
Es muy característico el humor que desprenden los sketches del Conde Draco a partir de las situaciones más absurdas en torno al conteo. Eso sí, este es siempre impecable. Desde el punto de vista didáctico, ofrece múltiples oportunidades en infantil, primaria y en formación del profesorado.
Cualquiera que conozca mínimamente al Conde observará que tiene bien interiorizados los cinco principios del conteo, un contenido habitual en las asignaturas de los grados de Magisterio: principio de correspondencia uno a uno, principio de orden estable, principio de abstracción, principio de no pertinencia del orden y principio de cardinalidad.
El Conde Draco es especialmente cuidadoso con el principio de cardinalidad. Cada vez que termina de contar una colección, repite ese número, dando el cardinal, cuyo símbolo numérico aparece a veces en pantalla. Entonces, explota su característica carcajada, a la vez que surgen truenos y rayos de su nube personal.
El dominio de recitado de la secuencia de palabras numéricas por parte del Conde es absoluto, algo imprescindible para los docentes, por supuesto, quienes, además, deben conocer los niveles dominio de los niños en el recitado para promover situaciones de aprendizaje adecuadas.
Para aprender los principios y técnicas del conteo y, en paralelo, empezar a abstraer la idea de número (natural), se deben presentar colecciones de objetos variadas en una secuencia didáctica adecuada. Los innumerables sketches del Conde ofrecen situaciones de conteo de lo más variado, además de juegos de palabras que pierden algo de gracia al doblarse.
En una ocasión, el Conde quiere contar pájaros. Previsor como es, y conocedor del principio de correspondencia y de diversas técnicas de conteo, prepara un conjunto de miguitas.
En las canciones del Conde son recurrentes las escenas con el órgano, que aprovecha para contar notas musicales del derecho y del revés. No es lo mismo contar objetos concretos, como las miguitas, que eventos. Las miguitas permiten ser separadas y facilitan la correspondencia uno a uno, mientras que las notas musicales, no.
Entre las colecciones más extrañas está el número de rechazos que sufre por parte de la Condesa Natacha (The Countess) a sus peticiones de mano.
La grafía de los números no aparece en todos los sketches del Conde. Son muchos los autores que previenen de una introducción prematura de los símbolos, ya que no son necesarios para el conteo y el recitado.
Aunque la grafía en sí es algo puramente convencional, hay que trabajar su trazado en algún momento y, dentro del universo de Barrio Sésamo, otros personajes enseñan directamente esta cuestión.
Desde su cuenta en Twitter, @CountVonCount, el Conde se dedica a contar –si es que cuenta algo, claro, porque es posible que simplemente esté recitando–. A comienzos de agosto de 2022 superó el 3 600, pero ¿hasta dónde llegará?
Podemos jugar a elucubrar a partir de una entrevista que hicieron en un medio británico a Jerry Nelson, su marionetista de siempre. Aunque, realmente, la entrevista era al Conde y empezó con unas preguntas de calentamiento, como qué fue lo primero que contó (sus dedos de las manos, sus dedos de los pies y las orejas, en ese orden) y cómo era vivir con aritmomanía.
En la entrevista le preguntaron por su número favorito. El Conde respondió que 34 969, añadiendo que es algo que tiene que ver con raíces cuadradas. La raíz cuadrada de 34 969 es 187, pero ¿qué tiene de especial 187? Los oyentes del programa comenzaron a especular:
Sin embargo, como señalaron los oyentes, lo más inquietante es que 187 es también el número del código penal de California para el homicidio. ¿Estará ocultando algo nuestro Conde? Quedémonos con su amabilidad y aventuremos que habrá sorpresa en su cuenta de Twitter el día en que llegue a 34 969.
Este texto es una adaptación del artículo del autor De la aritmomanía de cierto Conde, publicado originalmente en la revista EDMA 0-6: Educación Matemática en la Infancia.
Pablo Beltrán-Pellicer, Profesor del área de Didáctica de la matemática, Universidad de Zaragoza
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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