En este escenario, Antoni Trilla apunta una posibilidad inquietante: “Puede ocurrir que los países que albergan fábricas ejerzan una presión política para que sean los primeros a los que se les sirvan las vacunas”.
el club de los diez
Para hacer frente a la propagación del virus, los países ricos ya han copado el 70% de los pedidos, y lo que es más importante, serán los primeros en recibirlas. El control de la pandemia depende en gran medida de que se disponga de ellas antes o después.
El privilegiado club que citaba Antoni Trilla lo integran una decena de países entre los que no está España. ¿Quiere esto decir que los tratamientos llegarán aquí más tarde que a Francia y a Alemania? Las fechas de suministro de los primeros lotes son las mismas para todos los países desarrollados, finales de octubre o principios de noviembre, y los especialistas creen que los suministradores –en el caso de España, Novartis y GSK– cumplirán sus compromisos, aunque fue de los últimos países en decidir cuántas dosis adquiría. Para hacerlo tienen un poderoso motivo: “España es un buen cliente de las multinacionales, a las que compra vacunas de la gripe cada año”, explica el doctor Trilla. Solo para hacer frente al pedido de vacunas contra el H1N1, el Gobierno aprobó un crédido extraordinario de 270 millones de euros.
No obstante, a nadie se le escapa que la falta de fábricas propias donde producir vacunas es el punto más débil del sistema de prevención de la gripe en España. Para solventar a medio plazo la dependencia tecnológica del exterior, en 2012 empezará a funcionar en el Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud de Granada un centro de investigación y producción de vacunas que gestionará Laboratorios Rovi. La factoría distribuirá su producción en España, Europa, África y América Latina, pero en el hipotético caso de que la demanda de tratamientos superase a la oferta, que es lo que ocurre ahora, “España tendrá prioridad en el reparto de dosis, y hasta que no exista la completa seguridad de que sus pedidos quedan cubiertos, no se enviarán vacunas a otros lugares”, asegura el presidente de la farmacéutica, Juan López-Belmonte.
Al error histórico de la dependencia tecnológica hay que unir un segundo: la escasa inversión que se ha dedicado durante décadas al desarrollo de una vacuna “universal” con capacidad para inmunizar contra todo tipo de virus gripales. Las investigaciones empezaron hace un lustro, tras la alarma que provocaron los primeros casos de gripe aviar en humanos en diciembre de 2003. La capacidad mortífera que demostró el H5N1, superior al 50% de los infectados, hizo temer una pandemia mortal, pero afortunadamente, el virus no se transmitía bien de persona a persona, con lo que la infección quedó localizada en el Sudeste asiático.
lección aprendida
El miedo tuvo un efecto movilizador, y los laboratorios empezaron a desarrollar un nuevo tipo de vacunas encaminadas a ayudar a controlar una pandemia. El modelo que se utilizó fue la cepa H5N1. Una vez desactivado el virus para que no produjera ninguna enfermedad, se administraba la vacuna, de manera que el sistema inmunitario lo reconociera como extraño y fabricara anticuerpos contra él. Así, tendría la capacidad de producir anticuerpos más rápidamente cuando se viera de nuevo expuesto al virus. Estas vacunas son equivalentes a una maqueta: no se han desarrollado para tener una reserva de existencias, sino para acelerar el desarrollo de una vacuna definitiva en caso de pandemia (producida por un virus de la misma familia) introduciendo la cepa concreta que la haya provocado.
Redacción QUO