Que los bebés son pequeños es una obviedad, pero los que fabrica la escultora canadiense Camille Allen caben en la palma de una mano. Esta artista canadiense de 28 años aprendió el arte de moldear la arcilla de su abuela, y desde entonces se dedica a su pasión favorita, esculpir bebés en miniatura. Como hemos dicho, la arcilla es la materia prima con la que trabaja, pero también utiliza mohair inglés (una variedad de la angora) para imitar el pelo de los recién nacidos. Cada pieza (que no llega a los 10 cm de altura) le lleva una semana de trabajo. Ella asegura que lo más complicado es recrear las uñas. También utiliza pinturas especiales para sonrojar los mofletes de sus criaturas, y toma fotografías de bebés auténticos para inspirar la expresión facial que le dará a cada una de sus creaciones. Porque eso es lo más sorprendente de los bebés de Allen, que ninguno es idéntico a otro; todos tienen su propia personalidad. Como curiosidades hay que destacar que la artista está casada, pero que no tiene hijos, y que ha rechazado una suculenta oferta económica para crear sus figuras en mazapán. “Comerse a un niño me parece espantoso”, afirma para justificar su decisión.
[image id=»29738″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Redacción QUO
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