La masturbación podría mejorar mi vida sexual? Si consultásemos el Blog de Eros, su autora, Venus O’Hara, daría varias razones. Desde la más obvia –la satisfacción del acto– hasta la más insólita –la masturbación ayuda a levantar la economía del país–. Nos diría también que alivia el dolor, enriquece el acto sexual y nos permite conocer a fondo nuestros resortes del placer. ¿Pero quién es ella para tan eruditos consejos? Licenciada en Ciencias Políticas, avisa de que su blog es solo un rincón erótico. Si nos encontrásemos en Manhattan, veríamos cómo la recalcitrante Miranda, de Sexo en Nueva York, ha dejado el testigo a un escuadrón de profesionales del coaching que, si es preciso, se prestan solícitos a violentar nuestra intimidad para encaminar nuestras manos y adiestrarnos en la tarea a pie de cama. Bien pensado, tampoco debería parecernos tan extraño cuando los mismos Masters y Johnson, la pareja que desveló todo misterio sobre el deseo y la sexualidad hace más de 50 años, recibían a menudo fotografías de sus pacientes en pleno acto sexual para mostrarles el éxito de sus consejos.
En Nueva York se encuentra también la escritora y terapeuta de parejas Esther Perel. Esta mujer de origen belga, de 56 años, se ha convertido en una demandada conferenciante y autora de best-sellers sobre el erotismo perdido. Su consejo estrella: dejar siempre un punto de misterio en la pareja.
Y en la India nos topamos con uno de los últimos gurús del sexo, Mahinder Watsa. Con 90 años, pasa consulta casi a diario, y su columna en el periódico Mumbai Mirror es casi pieza de coleccionista para los amantes de la sexología. En ella resuelve cualquier duda sexual usando un tono jocoso e incisivo. Algo insólito en un país donde el sexo sigue considerándose tema tabú. Es médico, e intenta con sus palabras poner el contrapunto a la ignorancia que sufre su gente, aunque sus consejos se alejan de lo que podría considerarse el tedio científico. Así contestó, por ejemplo, cuando en una entrevista para la BBC le preguntaron qué le diría a una persona cuya amiga cree que los pechos crecen por culpa de la masturbación: “¿Tu amiga piensa que su clítoris es una bomba de aire?”
El sexo sigue acumulando incógnitas sobre masturbación, satisfacción sexual, anticoncepción, transmisión de enfermedades… Pero, como dice Watsa, “la vergüenza es más fuerte que la agonía” y no siempre recurrimos al consejo más acertado. Este anciano doctor da en el blanco cuando uno de sus clientes, apesadumbrado por lo pequeño de su pene, se queja porque su astrólogo le recetó orearlo quince minutos diarios mientras rezaba una oración. Su respuesta, contundente: “Si tu astrólogo tuviese razón, la mayor parte de los hombres tendría un pene hasta las rodillas. Dios no ayuda a hombres crédulos y estúpidos. Ve y visita a un sexperto”.
¿A quién se refiere cuando habla de sexperto? En España, el campo profesional está depurado. Miren Larrazábal preside la Federación Española de Sociedades Sexológicas ( ) y ve cómo abundan caraduras, intrusos y licenciados sin especialización. “Falta”, indica, “orientación para discernir la información eficaz de los consejos inútiles dados desde una actitud frívola jugando con los miedos de la gente”.
La Sexología es una ciencia y una disciplina, pero no dispone de titulación reglada, si bien la Universidad de Almería dispone ya de un título de postgrado (120 créditos europeos), estructurado en un trabajo conjunto con otras cuatro universidades: Valencia, La Laguna, Jaén y Castilla-La Mancha. Podría ser un primer paso hacia la titulación oficial.
La psicóloga y sexóloga Ester Pérez Opi, presidenta de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología, aconseja comprobar si el profesional tiene licenciatura en Medicina o Psicología, y formación de postgrado o máster en Sexología. “En España”, dice, “son los únicos profesionales autorizados para trabajar en el área terapéutica y, por tanto, con los resortes adecuados para accionar, por ejemplo, el deseo erótico a través de los afectos, y no solo atendiendo la parte más carnal”. Para Pérez Opi, “una cosa es divulgar con rigor y sentido ético, y otra ofrecer terapia para superar trastornos que impidan una vida sexual satisfactoria”.
Al final, la mayoría de los problemas sexuales tienen su germen en las carencias educativas y en la ignorancia de la función sexual, mucho más que en un trastorno de origen médico o psicopatológico.
Vienen advirtiéndolo desde hace décadas Masters y Johnson, y demás maestros de la Sexología, pero no parece que tomemos nota.
Redacción QUO
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