El gobierno de Theresa May no quiere que la comunidad LGTBI+ deba esconderse o sentir vergüenza por su orientación sexual, incluso que esto sea motivo de discriminación en colegios, trabajos o en la vida diaria de los británicos.
Según declaraciones a la cadena BBC, May ha asegurado que “nadie debería ocultar cómo es” y por ello, ha querido tomar decisiones de calado al respecto. Más aún tras una encuesta realizada a 108.000 personas del colectivo LGTBI+, que les ha servido de base para sacar adelante 75 puntos para mejorar la situación actual que implican: creación de un consultorio de salud específico, luchas contra la discriminación e incrementar la diversidad en instituciones como puede ser la enseñanza.
Entre los puntos analizados, hay uno en concreto que ha llamado la atención. Al parecer, un 2% de los encuestados dice haber sufrido prácticas relacionadas con terapias de “conversión sexual” y un 5% apunta que se las han ofrecido. Estas cifras, por muy bajas que puedan parecer, apuntan a que aún existen personas que creen que pueden “curar” la homosexualidad con diferentes técnicas. Y eso que en 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría (APA, en inglés) eliminó este término del “Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales” y en 1990 la Organización Mundial de la Salud, la eliminó de su Clasificación Internacional de Enfermedades. Pero esto no ha frenado a muchos a seguir ofreciendo su ayuda a quienes quieren dejar de tener esos sentimientos.
¿En qué consisten estas terapias?
[image id=»97165″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]No existe una guía básica para “dejar de ser gay” pero, actualmente, todavía podemos encontrar “terapeutas” que dicen tener una fórmula mágica por la que dejarás de sentir atracción por gente de tu mismo sexo (terapias exgay). Desde la APA, advierten sobre ello: “La homosexualidad no es una enfermedad. No requiere tratamiento y no puede cambiarse. Pero hay algunas personas que buscan un cambio como resultado de la coacción de miembros de su familia o de grupos religiosos”. Es ahí donde aparecen los terapeutas que prometen resultados.
Según un artículo publicado por el British Medical Journal en 2004, en los años 60 y 70 se llevaban a cabo prácticas que incluían descargas eléctricas o el consumo de drogas que provocaban náuseas mientras el paciente veía imágenes eróticas homosexuales. Otros métodos implicaban el psicoanálisis de la persona intentando dar con el origen de esta atracción (abusos sexuales, relación afectiva con los padres…), tratamientos con estrógenos para reducir el libido sexual de los hombres (como si eso supusiera un avance en la curación), incluso terapias de electroconvulsión en el que podrían llegar a ser muy peligrosas para el cerebro.
En épocas más recientes, el escritor Gabriel Arana describió en “The American Prospect” (2012) en qué consistían las teorías pseudocientíficas que daban explicación a su homosexualidad. Apuntaba que existía una “fuerte teoría” que constantemente le transmitían en los grupos de «ayuda» a los que acudía y era que una madre sobreprotectora o un padre ausente era una causa clave para ser gay. En su caso, por ejemplo, su terapeuta echó la culpa a los padres y le pidió que se alejara de sus mejores amigas.
Existen ya varios casos en la historia reciente de personas que fueron inducidas a este tipo de terapias y que acabaron perdiendo cientos de miles de dólares en conseguir… nada. En 2012, un hombre estadounidense demandó a un “terapeuta” por fraude: utilizaba su debilidad emocional para aprovecharse de ellos, los humillaba, los desnudaba e incluso llegaba a obligarles a pegar a imágenes de sus madres para llegar a curarse. Toda una lista de acciones que acabaron por romperles por completo psicológicamente, ya que no avanzaban en lo que de verdad importaba, que se aceptasen como eran.
Soluciones ridículas
Uno de los intentos más extravagantes por dar una cura a la homosexualidad a lo largo de la historia salió de la boca del endocrinólogo austriaco Eugen Steinach. En los primeros años del siglo XX, propuso trasplantar los testículos de un hombre heterosexual al escroto de un homosexual. Como era de esperar, no funcionó.
¿Y en España?
[image id=»97166″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Actualmente, solo 3 países tienen leyes explícitas que prohíban realizar estas prácticas pseudoterapias: Brasil, Ecuador Y Malta. En España, por el momento, sigue pendiente la aprobación a nivel nacional por parte del Parlamento de la Ley contra la discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género y características sexuales, por lo que actualmente es cada región la que regula cómo luchar contra la LGTBIfobia. Por ejemplo, Andalucía, Aragón o la Comunidad de Madrid han sido de las últimas en aprobar diferentes leyes de Protección Integral contra la LGTBifobia y la Discriminación por Razón de Orientación e Identidad Sexual.
En el caso de la ley madrileña, por ejemplo, uno de sus artículos apunta a que es una infracción grave permitir el ejercicio de este tipo de terapias en centros públicos o privados, incluyendo también su promoción (sin tener en cuenta si la persona que estaba recibiendo ese «tratamiento» lo hacía por voluntad propia).
Alberto Pascual García