Los microbios que aumentan la producción de energía metabólica podrían tener la clave en la evolución de cerebros más grandes en humanos
¿Podría tu microbiota ser responsable de tu intelecto? Un nuevo estudio sugiere que los microbios intestinales jugaron un papel crucial en proporcionar la energía necesaria para que evolucionaran cerebros grandes.
Los seres humanos se destacan por tener cerebros grandes y altamente funcionales, lo que requiere una cantidad significativa de energía para mantenerlos. Los microbios intestinales, comunidades de organismos microscópicos en nuestro sistema digestivo, podrían haber facilitado este proceso al influir en la producción de energía metabólica en las células. Este descubrimiento ofrece nuevas perspectivas sobre la evolución humana y el papel del metabolismo energético.
El papel de los microbios intestinales en la evolución cerebral
El cerebro humano es uno de los órganos más exigentes energéticamente, ya que consume hasta el 20% de la energía del cuerpo en reposo. A medida que los ancestros humanos desarrollaron cerebros más grandes, surgió la necesidad de encontrar maneras más eficientes de generar y utilizar energía. Según un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad Northwestern, la microbiota intestinal podría haber desempeñado un papel fundamental en este proceso.
La microbiota intestinal se refiere a los billones de microorganismos que habitan en el intestino humano, colaborando en la digestión de alimentos y la producción de compuestos útiles para el cuerpo. Este estudio es el primero en demostrar cómo los microbios intestinales de diferentes especies animales pueden moldear características biológicas únicas, incluida la forma en que el cuerpo utiliza o almacena energía.
El experimento clave: ratones y microbios de primates
Los investigadores llevaron a cabo un experimento controlado en el que introdujeron microbios intestinales de tres especies de primates en ratones libres de microbios: humanos y monos ardilla por un lado (ambos con cerebros grandes) y macacos por otro (con cerebros más pequeños). Los resultados mostraron que los ratones con microbios de primates de cerebro grande generaron y usaron más energía, mientras que los ratones con microbios de macacos tendían a almacenar esa energía en forma de grasa.
“Sabemos que los microbios intestinales pueden producir compuestos que afectan el metabolismo humano, causando cambios como la resistencia a la insulina y el aumento de peso”, explicó Katherine Amato, antropóloga y autora principal del estudio. “La variación en la microbiota intestinal es un mecanismo no explorado que podría explicar cómo diferentes primates gestionan los requerimientos energéticos de sus cerebros”.
Resultados sorprendentes y nuevas preguntas
Uno de los hallazgos más destacados fue que los ratones inoculados con microbios de humanos y monos ardilla presentaron similitudes biológicas, a pesar de que estas especies no están estrechamente relacionadas evolutivamente. Esto sugiere que, cuando ambas especies desarrollaron cerebros más grandes de forma independiente, sus comunidades microbianas evolucionaron para satisfacer las crecientes demandas de energía cerebral.
“Estos resultados indican que las comunidades microbianas cambiaron de manera similar para proporcionar la energía necesaria cuando los humanos y los monos ardilla evolucionaron cerebros más grandes”, afirmó Amato.
Implicaciones y futuros estudios
Este estudio abre nuevas líneas de investigación en la biología evolutiva. En futuros trabajos, los investigadores planean incluir microbios de una variedad más amplia de especies de primates con diferentes tamaños cerebrales y recopilar datos adicionales sobre los compuestos producidos por estos microbios, así como las características biológicas de los anfitriones, como su sistema inmunológico y comportamiento.
En última instancia, comprender cómo la microbiota intestinal influye en el metabolismo y la evolución cerebral podría revelar no solo pistas sobre nuestro pasado evolutivo, sino también nuevas formas de abordar problemas modernos como trastornos metabólicos y enfermedades neurodegenerativas. Este fascinante estudio redefine el papel de los microbios en nuestra historia, mostrando que podrían haber sido tanto aliados invisibles como motores de cambio en nuestra evolución como especie.
REFERENCIA