En lo que llevamos de verano en nuestro país no habíamos sufrido episodios de altas temperaturas como los que hemos vivido otros años. El año pasado por estas fechas ya habíamos pasado una ola de calor en junio y dos en julio y aún quedaban dos más por venir en el mes de agosto. De hecho, 2017 fue el año con más olas de calor desde 1975 y aunque es difícil que superemos lo que sucedió el año pasado, este mes de agosto comienza con la llegada de la primera ola de calor del verano.

Esta estación ya estaba siendo inusual las últimas semanas en el norte de Europa. En países como Suecia, Noruega o Reino Unido se batieron récords de temperaturas máximas de más de 30ºC en muchos casos. ¡Incluso ha hecho más calor en Siberia que en Andalucía durante el mes de julio! Lo que resulta bastante insólito. Asociado a este calor se han producido graves incendios en países como Suecia o se ha limitado la velocidad máxima en París a 20 km/h para evitar aumentar los niveles de contaminación junto con la estabilidad atmosférica.

No ha sido la única zona, en Montreal también se batieron récords de temperaturas y en Japón se enfrentaron a una histórica ola de calor hace una semana con temperaturas de más de 40ºC.

Parecía que España se mantenía al margen de esta situación, pero el mes de agosto nos trae temperaturas excepcionalmente altas en un episodio que durará al menos hasta el próximo lunes y en el que será fácil que en muchas regiones de España se superen los 40ºC.

¿Cuáles serán las regiones más afectadas?

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Lo primero que debemos saber es qué es exactamente una «ola de calor». La definición oficial nos dice que podemos hablar de ella cuando al menos durante tres días seguidos registremos en una amplia zona del territorio español temperaturas por encima de la media correspondiente a cada zona. Es decir, no es lo mismo que en Sevilla registremos 35ºC a que lo hagamos en San Sebastián. En el primer caso, esas temperaturas no irían asociadas a una ola de calor mientras que el segundo darían lugar a la activación de avisos.

Como es propio de las olas de calor que se sufren en España, el aumento de las temperaturas se producirá por la entrada de una masa de aire muy cálida desde el norte de África combinado con la fuerte insolación propia de estas fechas. Ambos factores harán que, en comunidades como Extremadura, Andalucía o Castilla la Mancha se superen los 40ºC. Ciudades como Badajoz y Córdoba podrían llegar a los 45ºC, unas temperaturas que podrían batir récords históricos.

Las ciudades situadas más al norte también sufrirán los efectos de la canícula. En Zaragoza y Ourense será fácil llegar a los 41ºC.

Sin embargo, habrá algunas zonas, pocas, que se mantendrán al margen de esta ola de calor. Entre ellas se encuentra el archipiélago canario, Ceuta, Melilla y la costa de Almería y Granada.

¿Sucederá algo parecido a lo que vivimos en 2003?

Estas temperaturas tan elevadas pueden provocar problemas de salud y en algunos casos incluso fallecimientos. Solo hay que recordar eventos como la ola de calor del año 2003 que afectó a toda Europa y se convirtió en el desastre natural más mortal de nuestro país. Aunque no se espera que sea tan virulenta, toda precaución es poca y entre las recomendaciones habituales se encuentran evitar las horas centrales del día, disminuir la actividad física y mantenernos hidratados.

¿Es el cambio climático el responsable?

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Ante esta situación y el aumento de las olas de calor en los últimos años, cabe preguntarse si está directamente relacionado con el cambio climático que se está produciendo en nuestro planeta. Según un estudio de la Universidad de Oxford, las temperaturas sin precedentes registradas este verano en Europa son solo un anticipo de lo que podría venir y es que el calentamiento global podría haber aumentado el doble las posibilidades de vivir una ola de calor como la de este año.

Por otro lado, las futuras proyecciones de cambio climático señalan que la temperatura media global del planeta seguirá aumentando, así como las olas de calor que serán más frecuentes, intensas y durarán mucho más. Por ello, es vital una adaptación por parte del ser humano. En caso contrario, los fallecimientos asociados a estos eventos aumentaran drásticamente sobre todo en las regiones tropicales y subtropicales así como en Europa, Australia o Estados Unidos.

Redacción QUO