Las mariposas no saben la que organizan cada vez que levantan el vuelo. Esta pequeña historia, ocurrida en un lugar minúsculo del mediterráneo sur, comienza con un pescador que pidió agua para su pueblo. Así, agitó las alas. Una cascada después, en miles de pequeños lugares del mediterráneo hay motivos para la esperanza.
El pescador se llama Fouade, que significa ‘Corazón’ en la lengua árabe, y a su pueblo costero no llegan carreteras. Pertenece a la comunidad de pescadores de Bades, unos 40 pesadores que alimentan a sus familias gracias a la pesca. La pesca artesanal es la pesca que conocen, la que les enseñaron sus padres, a ellos sus abuelos, y ahora enseñan a sus hijos.
Bades es muy pequeño, pero es uno de los lugares más asombrosos del mundo. Es un pueblo costero del Rif, en el mediterráneo sur, el mediterráneo menos desarrollado, más castigado por guerras, hambrunas y olvido.
El Rif en lengua amazigh significa ‘zona de montañas’, y se extiende desde Tánger hasta Saidia, la frontera de Marruecos con Argelia, que ahora está cerrada.
Si aumentamos la lupa, Bades está situado justo en el ombligo del Parque nacional de Alhucemas, en la región de la tribu de Bocoya, los hacedores de sombreros de paja que protegen a los campesinos del sol, a 150 km al este del Estrecho de Gibraltar, con una superficie terrestre y marina de 485 kilómetros cuadrados (incluidos 190 kilómetros cuadrados de mar).
La frontera más pequeña del mundo
Como parte del equipo de Mednight llegué a Bades por un camino que las riadas a menudo destruyen. En su costa se encuentra el Peñón que los españoles llaman Vélez de la Gomera. Originalmente era una isla, pero una tormenta desbocada movió tierra suficiente para crear una lengua de arena que desde entonces une el islote con la playa.
Una simple cuerda azul, de 85 metros, separa a legionarios de pescadores. Estamos del lado marroquí y nos avisan que no podemos saltar la cuerda. Solo las gaviotas lo hacen
El islote es plaza de soberanía española, una de las muchas reliquias de un pasado colonial que persiste descontextualizado en el presente de Marruecos. Lo ocupa la legión española. Su emblema está pintado en la roca y los legionarios hacen footing por la playa sin cruzar la frontera. Ésta, la frontera entre Bades y el peñón de Vélez de la Gomera, es la más pequeña del mundo. Una simple cuerda azul, de 85 metros, separa a legionarios de pescadores. Estamos del lado marroquí y nos avisan que no podemos saltar la cuerda. Solo las gaviotas lo hacen.
El día en que Fouade agitó las alas
Fouade y los pescadores de Bades tenían un problema: el agua. A Bades no llegaba agua potable, tenían que ir a buscarla a pozos lejanos, a veces por caminos intransitables. Y los pescadores necesitaban agua para sus garitas al borde del mar. Así que un día Fouade se levantó con una determinación, buscó a Mohamed Andaloussi y le pidió ayuda.
Mohamed Andaloussi dirige la ONG ecologista AZIR. AZIR significa ‘lavanda’, esa planta robusta de flores de color lila que perfuma el bosque mediterráneo. AZIR trabaja desde 1996 en el desarrollo sostenible y la educación medioambiental en el Rif, desarrolla numerosos proyectos nacionales e internacionales, y su director, Mohamed Andaloussi, es una voz conocida y respetada dentro y fuera de Marruecos.
“La petición de Fauade era un proyecto pequeño, pero con un valor importante: el agua, que es un derecho”, dice Mohamed.
Desde AZIR, Mohamed contactó con una ONG francesa especializada en dotación de agua potable, A L`eau Gemeau Solidarité y consiguió 8.000 euros con los que empezar a trabajar:
“Cuando vinieron los de la ONG para supervisar los trabajos, descubrieron que el pueblo de los pescadores, las casas de las familias, no tenían agua. Vieron que era más urgente dotar de agua a las casas del pueblo, no solo a los pescadores, porque en las casas estaban las mujeres, las familias, los niños”, recuerda Mohamed
El pozo
Con la ayuda de la ONG francesa, la implicación de voluntarios internacionales y muchas de las personas del pueblo, llevaron a cabo una primera fase: hacer un pozo comunitario, colocar placas solares para alimentar la bomba que sube el agua del pozo hasta una balsa, construida en una loma, cavar zanjas e instalar la tubería por la que discurre el agua por gravedad, de la balsa al pueblo. Cogieron la graba de la playa, el ayuntamiento puso algo de cemento, y con el poco dinero disponible compraron la bomba, las placas solares y pagaron una parte de la balsa.
“Los pobladores del Rif están acostumbrados a los trabajos comunales. Lo hicimos entre todos”, dice Mohamed.
A las cinco regresan los pescadores
Estamos en el mes de diciembre y a las 17.00h el Sol se pone en Bades. A esa hora regresan los pescadores.
Las barcas son pequeñas, no miden más de cinco metros, con un motor entre 8 y 15 caballos. Es la temporada del pulpo. En Bades lo pescan con un sistema que han inventado aquí. A la barca la lleva la corriente y utilizan un anzuelo triple en el que ponen carnada. El arrastre es en zonas blandas, de arena o fango, el pulpo lo ataca y se queda enganchado en la potera.
Cuando acaba la temporada de pulpo pescan al chambel, una línea de anzuelos con las que capturan pargos, brecas y besugo. También conocen el palangre: un hilo de varios metros con anzuelos con carnada. Calan el palangre en el fondo durante la noche y por la mañana lo retiran y encuentran pescado enganchado.
Es una pesca muy selectiva. Cogen solo peces grandes, los que pueden comer carnada; su capacidad de pesca es pequeña, porque sus barcas lo son, así que no pueden ir a grandes distancias; solo pescan durante el día, vuelven de noche, y si hay cualquier pequeño oleaje no puede salir a la mar. Descansan más de lo que pescan. Esto es exactamente pesca sostenible.
“Compáralo con la pesca intensiva, con barcos que están 24 horas faenando, arrastran todo tipo de pescado, esquilman todo, no entran a puerto, usan congeladores…”, explica Mohamed, y se le escapa una pregunta retórica: “ ¿No te parece que merece la pena preservar la pesca artesanal?”.
Dice Mohamed que a veces imagina la destrucción de Bades, como tantos otros pueblos costeros.
“Si no se valora la pesca tradicional, va a desaparecer, y es un patrimonio cultural, arqueológico, histórico de esta zona y de todo el Mediterráneo”, dice Mohamed.
Han llegado a la costa las pequeñas barcas blancas y verdes de los pescadores de Bades. Entre todos las suben a la playa y las ponen a resguardo. Esta tarde traen pulpos. Hay una furgoneta esperando a recogerlos para llevarlos a Europa. A los pescadores de Bades les pagan el equivalente a 6 euro el kilo de pulpo. En el mercado de Madrid, en plenas navidades, se pagaba a 45 euros el kilo.
Bades es todos los pueblos
La pesca artesanal representa más del 84% de la flota pesquera total del Mediterráneo y el Mar Negro, y emplea a casi el 62% de la mano de obra. Así, Bades es todos esos pequeños pueblos que aún viven del mar recogiendo peces casi con las manos.
En 2018 la UE firmó un plan de acción regional de 10 años para fomentar la pesca sostenible a pequeña escala en la zona del Mediterráneo y del Mar Negro. El plan establece medidas para garantizar un uso sostenible de las poblaciones de peces y apoyar la prosperidad económica y social a largo plazo de los pescadores artesanales y las comunidades costeras.
El ‘Plan de Acción Regional sobre Pesquerías Artesanales en el Mediterráneo y Mar Negro’ no es vinculante, pero es el primer instrumento internacional dedicado a la pesca de pequeña escala desde que en 2014 la FAO aprobó las ‘Directrices voluntarias para lograr la sostenibilidad de la pesca de pequeña escala en el contexto de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza’.
Así que en Bades no están del todo solos. Desde AZIR, Mohamed quiere crear una red de pescadores artesanales del Mar Mediterráneo, con gente de Motril, en Granada, cofradías de Málaga, y asociaciones de Cádiz como SoldeCocos.
“Queremos hacer que se conozcan, ayudarles a que se revalorice la pesca artesanal, que se le dé la importancia que merece y su pesca tenga más valor económico que la pesca industrial. Queremos que tenga una certificación, aunque esto lleva un proceso legal complejo”, explica Mohamed.
El objetivo final: más allá de Bades
El parque nacional de Alhucemas es una joya escondida, salpicada por asentamientos rifeños como Bades, y atravesada por caminos de tierra. Su aislamiento ha ayudado a preservar varias especies en riesgo, desde sus bosques de Thuja, hasta una importante colonia de águila pescadora. El parque nacional de Alhucemas preserva los últimos vestigios de la diversidad biológica original del Mediterráneo. Y el objetivo de Mohamed, más allá de dotar de agua a un pueblo, es que el mar que bordea la costa del parque nacional también se proteja, lucha por que se convierta en una reserva marina. Cuando ocurra, si ocurre, habrá que acotar las zonas de pesca.
“Nuestro objetivo final es la reserva, y el trabajo que hemos hecho en Bades servirá para ganarnos la confianza de los pescadores. Si vas a acotar el mar, tendrás la oposición radical de los pescadores, porque les estás quitando un espacio de pesca vital. Por eso necesitamos que crean en nosotros, y si llegamos a acotar y a hacer la reserva, esperamos que nos ayuden. Si confían en nosotros, nos creerán cuando les digamos que merece la pena, que habrá que esperar un tiempo, pero después el mar dará más frutos. Tenemos experiencia en Italia, España, y otras partes del mundo. Necesitamos muchos medios, vigilancia, pagar directamente a los pescadores para que no salgan a pescar en muchos momentos, medios que ahora no tenemos. No tenemos dinero, ni personal, lo que sí tenemos es la voluntad de la gente”.
Y así fue como un buen día Fouade se despertó con una determinación: pedir agua para 40 pescadores de su pueblo. Movió sus alas y el efecto mariposa hará que un día su pueblo sea un ejemplo de esperanza.
En el rocío de las cosas pequeñas el corazón encuentra su mañana y se refresca. «El profeta» (1923), Gibran Jalil Gibran
MEDNIGHT
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AZIR recibió en Mayo de 2008 el ‘’WWF AWARDS FOR CONSERVATION MERIT’’ por su trayectoria en pro de la defensa del medioambiente en la parte sur del Mediterráneo.
El ‘Plan de Acción Regional sobre Pesquerías Artesanales en el Mediterráneo y Mar Negro’ involucra a la Comisión General de Pesca para el Mediterráneo (CGPM) -dependiente de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); 10 Estados miembros de la UE (Bulgaria, Croacia, Chipre, Francia, Grecia, Italia, Malta, Rumania, Eslovenia y España); 8 países no pertenecientes a la UE (Albania, Argelia, Georgia, Líbano, Libia, Montenegro, Marruecos y Turquía); Palestina; WWF; y la Agencia Europea de Control de la Pesca.