Varios estudios han tratado de revelar si los cerebros de ciertos criminales presentan anomalías, o si determinadas lesiones cerebrales pueden ser un desencadenante o un estímulo de comportamientos violentos o delictivos. Pero, hasta la fecha no se han obtenido resultados concluyentes. Ahora, un nuevo estudio realizado por investigadores del Neurology at Vanderbilt University Medical Center, ha revelado que si podría existir un vínculo en determinados casos.
Los investigadores analizaron las heridas cerebrales de diecisiete individuos que habían comenzado a mostrar comportamientos violentos y criminales posteriormente a haber sufrido dichas lesiones, pero nunca con anterioridad. Los autores del estudio observaron que las lesiones se localizaban en diferentes localizaciones del cerebro (incluyendo el córtex medio prefrontal y el córtex orbitofrontal), formando una red que estaba conectada con el área vinculada con la toma de decisiones morales.
Los resultados se testaron después analizando los cerebros de otros voluntarios que también habían sufrido lesiones cerebrales, y algunos de los cuales habían desarrollado comportamientos criminales, y otros no. Y observaron que, efectivamente, una parte de los que habían cometido delitos, mostraban lesiones en esa red neuronal vinculada a la moralidad. En cambio, quienes no habían mostrado tendencias violentas o criminales, tenían sus lesiones en otras áreas distintas.
Los autores del estudio afirman que es necesario realizar más investigaciones, pero los resultados indican la posible existencia de un vínculo entre ciertas lesiones cerebrales (aunque no todas) y los comportamientos criminales. De cualquier forma, aunque la existencia de dicho vínculo acabase confirmándose, los investigadores reconocen que hay otros muchos factores (sociales, genéticos, ambientales…) que también deben jugar un importante papel. Las lesiones cerebrales podrían, por tanto, influir en esa conducta criminal, pero no seríandeterminantes por sí solas.
La posible existencia de este vínculo lleva siendo discutida mucho tiempo, y cuenta con tantos defensores como detractores. Un buen ejemplo de esta discrepancia fue el caso de Charles Whitman, un estudiante de la Universidad de Austin que, en 1966, asesinó indiscriminadamente a quince personas, además de a su madre y a su esposa. Whitman fue abatido por la policía, y la autopsia reveló que padecía una especie de tumor cerebral llamado glioblastoma. Algunos especialistas sugirieron que el tumor podría haber influido en su repentina explisión de violencia homicida, aunque otros médicos que analizaron el caso negaron esa vinculación.
Vicente Fernández López