El esqueleto es la estructura que sostiene nuestro cuerpo. Pero, aunque cueste imaginarlo, nuestros huesos también juegan un papel importanteen hechos como como que podamos sufrir diabetes o ser obesos. Y, ahora, un nuevo estudio realizado por investigadores del Montreal Clinical Research Institute, en Canadá, revela que también pueden influir en que tengamos más o menos apetito.
Para entender como se ha llegado a ese descubrimiento, hay que explicar primero que los autores del estudio llevan años estudiando los efectos de la osteocalcina, una hormona producida por los osteoblastos, que son las mismas células involucradas en el desarrollo y el crecimiento de los huesos. La mayor parte de dicha hormona se incorpora a la matriz del hueso, pero alrededor de un 20% de la misma pasa al torrente sanguíneo.
Los niveles anómalos de dicha hormona en la sangre pueden ser un síntoma de osteoporosis. Pero, cuando se encuentra en niveles normales, tiene un efecto beneficioso en nuestro organismo ya que aumenta la producción de insulina, reduciendo por tanto los niveles de glucosa en la sangre, y contribuye a aumentar el gasto energético del organismo.
Lo que ocurre es que la osteocalcina que producen las células de nuestros huesos no está activa, es decir, es incapaz de desarrollar sus funciones. Y, lo que el estudio realizado por los investigadores canadienses ha descubierto, es la existencia en nuestros huesos de una encima llamada furin, que actúa como una «tijera molecular» (según la expresión usada por los propios investigadores) haciendo que la hormona se vuelva activa.
Los autores del estudio realizaron un experimento con ratones a los que les anularon dicha enzima, y el resultado fue que aumentó el riesgo de que desarrollaran diabetes, y experimentaron un notable aumento de peso. La osteocalcina seguía estando presente en su sangre, pero resultaba completamente inútil.
Peor los investigadores también observaron un efecto inesperado. Y es que, al anularles la enzima furin, los ratones tenían cada vez más apetito.Dado que la osteocalcina no está vinculada con la sensación de hambre, los científicos sospechan que debe existir otra hormona también producida por los huesos y, cuya acción esté vinculada con la misma enzima, que se ocupe de dicha función. Ahora, el nuevo reto es tratar de descubrirla.
Vicente Fernández López