En la ciudad más antigua del mundo, Catal Hüyük, han desenterrado esqueletos pintados con distintos colores. ¿Cuál es el enigmático significado de una práctica ritual de hace nueve mil años?
El hallazgo, publicado en Nature, lo ha realizado un equipo internacional con participación de la Universidad de Berna y ha desvelado un detalle inquietante sobre cómo los habitantes de la «ciudad más antigua del mundo» en Çatalhöyük (Turquía) enterraron a sus muertos.
Sus huesos fueron parcialmente pintados, excavados varias veces y vueltos a enterrar. Es decir, los huesos de los fallecidos se «movían» por la comunidad antes de volver a ser enterrados. Hay algo más, no todos los esqueletos están pintados, son solo algunos, los «elegidos», y tenían una gama de colores distinta para hombres y mujeres.
La ciudad más antigua del mundo
Catal Hüyük (Anatolia Central, Turquía) es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Oriente Próximo, con una ocupación que se remonta a hace 9000 años.
Este asentamiento neolítico, conocido como la ciudad más antigua del mundo, cubre un área de 13 ha y cuenta con edificios de adobe densamente agregados. Las casas de Catal Hüyük presentan las huellas arqueológicas de actividades rituales que incluyen entierros intramuros con algunos esqueletos con rastros de colorantes y pinturas murales.
En este yacimiento se encontró una de las figuras más llamativas de entre las «venus» de piedra del neolítico. Una extraordinaria figura en marfil, de poco más de 17 cm, de una mujer desnuda. La pieza había sido cuidadosamente depositada bajo una plataforma y junto a una pieza de obsidiana.
Un viaje en el tiempo a un mundo de colores, casas y muertos.
Marco Milella formó parte del equipo antropológico que excavó y estudió los restos humanos de Catal Hüyük . Su trabajo consiste en tratar de hacer «hablar» a los esqueletos antiguos y modernos. Establecer la edad y el sexo, investigar lesiones violentas o tratos especiales del cadáver y resolver acertijos esqueléticos son actividades rutinarias del Departamento de Antropología Física.
El estudio muestra que el ocre rojo fue el más utilizado en Catal Hüyük , presente en algunos adultos de ambos sexos y niños, y que el cinabrio y el azul/verde se asociaron con hombres y mujeres, respectivamente. Curiosamente, el número de entierros en un edificio aparece asociado con el número de capas posteriores de pinturas arquitectónicas.
Esto sugiere una asociación contextual entre la deposición funeraria y la aplicación de colorantes en el espacio doméstico. “Eso quiere decir: cuando enterraban a alguien, también pintaban en las paredes de la casa”, dice Milella. Además, en Catal Hüyük , algunas personas «se quedaron» en la comunidad: sus elementos óseos fueron recuperados y circulados durante algún tiempo, antes de ser enterrados nuevamente. Este segundo entierro de elementos óseos también estuvo acompañado de pinturas murales.
Misterios neolíticos
Solo una selección de individuos fueron enterrados con colorantes, y solo una parte de los individuos permaneció en la comunidad con sus huesos circulantes. Según Marco Milella, «los criterios que guiaron la selección de estos individuos escapan a nuestra comprensión por ahora, lo que hace que estos hallazgos sean aún más interesantes. Nuestro estudio muestra que esta selección no estuvo relacionada con la edad o el sexo». Lo que está claro, sin embargo, es que la expresión visual, la actuación ritual y las asociaciones simbólicas fueron elementos de prácticas socioculturales compartidas a largo plazo en esta sociedad neolítica.
La asociación entre el uso de colorantes y actividades simbólicas está documentada entre muchas sociedades humanas pasadas y presentes.
En Oriente Próximo, el uso de pigmentos en contextos arquitectónicos y funerarios se vuelve especialmente frecuente a partir de la segunda mitad del IX y VIII milenio antes de Cristo. Los sitios arqueológicos del Cercano Oriente que datan del Neolítico han arrojado una gran cantidad de evidencia de actividades simbólicas complejas, a menudo misteriosas. Estos incluyen tratamientos funerarios secundarios, recuperación y circulación de partes esqueléticas, como cráneos, y el uso de pigmentos tanto en espacios arquitectónicos como en contextos funerarios.
Según el autor principal del estudio, Marco Milella (Departamento de Antropología Física, Instituto de Medicina Forense, Universidad de Berna): «Estos resultados revelan interesantes conocimientos sobre la asociación entre el uso de colorantes, los rituales funerarios y los espacios habitables en esta fascinante sociedad». .