El cerebro mezcla olores, sonidos y emociones para entender el mundo, este estudio revela el vínculo clave que conecta emociones y percepción sensorial

Cuando hablamos de circuitos neuronales, nos referimos a las conexiones entre diferentes partes del cerebro que permiten procesar información como el sonido, el olor y las emociones. Estas redes son fundamentales para interpretar señales sociales, esenciales para la supervivencia tanto para humanos como animales. Un nuevo estudio desentraña cómo estos caminos se cruzan y su posible relación con el autismo.

El laboratorio de Shea trazó vías neuronales que conectan el CA con otras partes del cerebro, incluido el geniculado medial (aquí), que se cree que ayuda a dirigir y mantener la atención. Crédito: Laboratorio Shea/Laboratorio Cold Spring Harbor

El laboratorio de Shea trazó vías neuronales que conectan el CA con otras partes del cerebro, incluido el geniculado medial (aquí), que se cree que ayuda a dirigir y mantener la atención. Crédito: Laboratorio Shea/Laboratorio Cold Spring Harbor

En un hallazgo fascinante, investigadores del Laboratorio Cold Spring Harbor, Estados Unidos, liderados por el profesor Stephen Shea y la estudiante Alexandra Nowlan, han identificado cómo el cerebro de los ratones mezcla señales olfativas y auditivas durante un comportamiento maternal conocido como recuperación de crías. Este comportamiento no es exclusivo de las madres biológicas; también puede aprenderse, como ocurre con las madrastras o niñeras humanas.

Shea explicó que este proceso combina información sensorial en el cerebro. Las señales olfativas viajan desde la amígdala basal (AB), una región involucrada en el aprendizaje y la interpretación de señales sociales y emocionales, hasta la corteza auditiva (CA), donde se fusionan con sonidos. Esta interacción ayuda a las madres a responder al llanto de sus crías. Sin embargo, cuando se bloquearon las señales olfativas de las ratonas, su capacidad para realizar la tarea practicamente desapareció.

Esto sugiere que las señales olfativas no solo influyen en el procesamiento de los sonidos, sino que se filtran a través de procesos sociales y emocionales en la amígdala. Según Shea, esta interacción podría estar alterada en trastornos como el autismo y enfermedades neurodegenerativas.

El equipo de Shea ahora explora cómo estas regiones cerebrales interactúan, con la esperanza de comprender mejor cómo el autismo afecta la interpretación de señales sociales. Más allá de este objetivo, el descubrimiento de un circuito que conecta procesos emocionales y percepción sensorial podría ofrecer respuestas a preguntas fundamentales sobre cómo los sentidos dan forma a nuestras relaciones y experiencias.

“El hecho de haber identificado un circuito neuronal que permite que los procesos emocionales interactúen directamente con la percepción es increíblemente emocionante”, concluye Shea. Este avance podría cambiar nuestra comprensión de la conexión entre los sentidos y la emoción, tanto en el cerebro humano como en el de otros animales.

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