La Estación Espacial Internacional acaba de cumplir veinte años pero, últimamente, sus tripulantes no ganan para sustos. Hace unos meses ya informamos de que se había producido una fuga de oxígeno. Y aunque el suceso no tuvo mayores consecuencias, fuentes de la agencia aeroespacial rusa sugirieron que podía haberse producido un sabotaje a bordo. Aunque este extremo aún no ha sido conservado.
Y, ahora, unos nuevos análisis han descubierto la existencia en la ISS de una bacteria potencialmente infecciosa. Concretamente se trata de varias cepas pertenecientes al género conocido como Enterobacter. Su presencia ha sido detectada en el inodoro de la estación, y también en instrumental que los astronautas utilizan para hacer ejercicio físico.
Los laboratorios de la NASA han determinado que las cepas pertenecen a la variedad conocida como Enterobacter bugadensis, que ha infectado numerosos recién nacidos y a adultos con el sistema inmunológico débil, en el continente africano.
Este microorganismo ha desarrollado resistencia a los antibióticos y, aunque en su estado actual no representa un peligro para los astronautas, los científicos creen que hay un 70% de probabilidades de que sufra (a causa de las peculiares condiciones de ingravidez existentes en la estación espacial) alguna mutación que si permita el contagio a los humanos.