Los bebés de tan solo cinco meses pueden diferenciar la risa de amigos y la de desconocidos, según un nuevo estudio liderado por Athena Vouloumanos. Los resultados sugieren que la capacidad de detectar la naturaleza de las relaciones sociales se inculca temprano en la infancia, posiblemente como resultado de un sistema de detección que utiliza señales vocales.
“La sensibilidad de los bebés a los diferentes tipos de risa podría ser una de las primeras herramientas emergentes que utilizan para comprender y navegar el complejo mundo social”, explica Vouloumanos en el estudio publicado en Scientific Reports –. Los ejemplos de risa compartida pueden revelar una gran cantidad de información sobre las relaciones de las personas, para los bebés de hasta cinco meses de edad”.
Recientemente se ha establecido que la risa, o la risa simultánea entre dos o más personas, permite que los oyentes adultos en diferentes culturas e idiomas evalúen rápidamente la naturaleza de las relaciones entre las personas: ¿son amigos, conocidos o desconocidos?
El equipo de Vouloumanos buscó determinar si esta habilidad es evidente en los bebés, un hallazgo que revelaría cuán temprano en la vida podemos usar la información en las vocalizaciones para detectar el tipo de relaciones entre terceros.
Para hacerlo, examinaron cómo los niños de cinco meses procesaban intercambios de adultos, tanto familiares como extraños y midieron cuánto tiempo escuchaban estos sonidos.
Los investigadores predijeron que si los bebés reconocieran el contexto social que era apropiado para cada tipo de risa, mirarían durante más tiempo aquellas interacciones que les resultaban no habituales, es decir, entre desconocidos. Los resultados mostraron precisamente esto: los pequeños se detuvieron más tiempo observando la interacción social si la risa no era congruente con la relación que observaban.
«La capacidad de evaluar rápidamente las características acústicas en la risa que revelan las relaciones sociales entre individuos aparece en una etapa temprana de la infancia y podría ser el producto de un sistema de detección de afiliación adaptativa”, concluye Vouloumanos.