Investigadores del Instituto Max Planck y el Instituto Santa Fe han desarrollado un nuevo modelo para explicar los orígenes evolutivos de la empatía y otros fenómenos relacionados, como el contagio emocional o el bostezo contagioso. El modelo, realizado por un equipo liderado por Fabrizio Mafessoni, sugiere que el origen de una amplia gama de respuestas empáticas se encuentra en la simulación cognitiva. Los resultados se han publicado en Scientific Reports.
De acuerdo con Mafessoni, los modelos teóricos estándar de los orígenes de la empatía tienden a centrarse en escenarios en los que se favorece la coordinación o la cooperación. Pero para este experto había algo más. De este modo exploró la posibilidad de que los procesos cognitivos vinculados a una amplia gama de respuestas empáticas pudieran evolucionar en ausencia de la selección de familiares o cualquier otro mecanismo que favorezca directamente la cooperación o la coordinación.
El equipo de Mafessoni plantea que los animales, incluidos los humanos, pueden participar en el acto de simular las mentes de los demás. “No podemos leer otras mentes – explican los autores –, son como cajas negras para nosotros. Pero todos compartimos «cajas negras» casi idénticas con los miembros de nuestra especie y constantemente estamos realizando simulaciones de lo que podrían estar haciendo esas otras mentes. Y esta simulación no está necesariamente orientada hacia la cooperación: es algo que los humanos y los animales hacemos espontáneamente”.
Este modelo sugiere que los sistemas de empatía no evolucionan únicamente porque los participantes están dispuestos a cooperar. También evolucionan porque los animales simulan a otros para visualizar sus acciones. Según Mafessoni, «el origen mismo de la empatía puede estar en la necesidad de comprender a otros individuos. Nuestros hallazgos cambian por completo la forma en que pensamos sobre los humanos y los animales”.