Ocurre al comienzo del libro (muy recomendable) Maldito Karma: la protagonista muere aplastada por un lavabo de la estación espacial rusa. Pero, en realidad, no es necesario ponerse casco. La probabilidad de que uno de los millones de trozos de basura espacial que orbitan la Tierra nos golpee es de una entre un billón, dice Bill Ailor, director del Centro de Estudios sobre Escombros Orbitales. Pero el riesgo de que alguien sea alcanzado puede ser bastante mayor, dice Nicholas Johnson, científico jefe de la NASA para los residuos espaciales.
La NASA y otras agencias espaciales minimizan el riesgo hasta una proporción de 1 entre 10.000. Las probabilidades son mayores con los objetos de mayor tamaño. Por ejemplo, existe un riesgo entre 10.000 de que el telescopio espacial Hubble alcance a alguien si se desprende de su órbita una vez desactivado, por eso la NASA lo reorientaría hacia el océano. Solo hay un caso de residuos que hayan alcanzado a alguien. En 1997, Lottie Williams estaba en un parque de Tulsa, Oklahoma, cuando una pieza metálica del tamaño de un DVD procedente de un cohete Delta II la golpeó en el hombro. Se precipitaba a «una velocidad muy baja», según la NASA, y la mujer salió indemne. Si eres un turista espacial, no obstante, cualquier fragmento representaría un peligro: los restos orbitan a una velocidad de 28.900 km/h, lo suficiente para que una mancha de pintura de 0,18 mm abriera una brecha en una ventana de la lanzadera en 1983.
Redacción QUO
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