¿Qué harías si tu médico habitual te ofrece reemplazar tus órganos naturales sanos por otros artificiales que supuestamente son mejores? Es la pregunta que se hace Bertolt Meyer, el investigador encargado de presentar en sociedad al ‘increíble Franck’, el hombre biónico valorado en más de 600.000 euros que puede respirar, caminar, hablar, ver y escuchar. Franck puede realizar todas estas acciones humanas gracias a que está dotado de extremidades y órganos artificiales, además de un corazón mecánico que bombea sangre artificial por sus venas de plástico.
El hombre biónico, presentado ayer en el Instituto Smithsonian de Washington, será el protagonista del documental The incredible bionic man que se emitirá el próximo domingo en el canal de la institución. Su objetivo es dar a conocer los debates éticos que plantea la tecnología biónica y hacer un recorrido por sus últimos avances.
Un Frankenstein 2.0
El objetivo de construir a Franck era poder juntar todas las partes del cuerpo humano biónicas desarrolladas hasta la fecha por los investigadores en un solo robot. De esta forma, Frank puede ver gracias a una cámara de vídeo, oír gracias a unos implantes los latidos de su corazón artificial y respirar gracias a una traquea de plástico que llena de aire su único pulmón. También dispone de páncreas y un riñón.
Todo ello puede lucirlo él mismo caminando ante las curiosas miradas humanas, ya que también tiene prótesis de pies, tobillos, caderas, rodillas y unas manos para coger y manejar distintos objetos. Incluso, si lo tuvieses delante, podría contarte él mismo cómo funciona su cuerpo, pues dispone de un programa que le permite hablar.
«Este hombre puede hacer muchas cosas, pero también hay muchas cosas que no puede hacer», aseguró Meyer para la Agencia EFE. A pesar de la complejidad de su organismo de ‘hierro’, Franck no es un hombre completo. No tiene estómago, cerebro, ni tampoco hígado, lo que no sabemos si es una ventaja o desventaja en los tiempos que corren. Por la parte del cerebro lo tiene complicado. Dudamos mucho que nosotros lleguemos a ver un cerebro artificial funcionando a pleno rendimiento.
En realidad, «no puede hacer mucho más porque le falta un cuerpo central en el que interactúen todos los aparatos«. Según el investigador, «el reto de la biónica en los próximos años es mejorar la interrelación entre los órganos artificiales y el cuerpo humano».
¿En qué nos ayuda el desarrollo de órganos biónicos?
Su objetivo principal no es solo demostrar que la tecnología puede incluso reemplazar ciertas partes del cuerpo humano, sino que este avance tecnológico puede servir para ayudar a personas con distintos tipos de discapacidad. Para Meyer, «lo más importante de este proyecto es que ha ayudado a la ciencia que había detrás».
Este hombre biónico, por ejemplo, dispone de un «exoesqueleto robótico, que puede ser la silla de ruedas del futuro para que quien tenga las piernas paralizadas pueda recuperar la capacidad de andar«.
Redacción QUO
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