Aunque la autopsia poco puede hacer ya por la persona que visita la morgue, es importante su realización, inclusive en el caso de muertes naturales. Las necropsias no sólo pueden dar con las causas del fallecimiento de la persona con más efectividad, sino que también pueden ayudar a salvar vidas, como la de un familiar del sujeto que pase por la misma enfermedad.
Llegados a este punto cabe preguntarse, ¿por qué querríamos hacer una autopsia a alguien cuando las causas de la muerte parecen bastante claras? Gracias a los llamados estudios de autopsia, donde los investigadores recogen datos de disecciones post mortem de un gran número de personas fallecidas, se ha podido determinar por qué murieron y comparar sus resultados con las causas que figuran en el historial del paciente. En torno al 15 o 30 por ciento de las veces, el diagnóstico dado era equivocado y el cinco o diez por ciento, el error del diagnóstico contribuyó a la muerte de esa persona.
En Estados Unidos sólo se hace la autopsia en un 2% de los casos, ya sea porque se sospeche de juego sucio o la muerte sea un misterio. De hecho, es habitual que la sociedad se extrañe ante autopsias como las del actor James Gandolfini o la cantante Amy Winehouse. En nuestro país, el porcentaje estadounidense se reduce aún más, y se hace un examen post mortem en muy pocos casos. Según reconoce un estudio realizado por médicos españoles en 2006, «hay unanimidad en reconocer, en el ámbito científico, una tendencia a la disminución del número de autopsias clínicas realizadas en centros hospitalarios«. Las razones que se achacan a esto son varias: falta de presupuesto, personal facultativo, costumbre o de una ley que exija su realización. Otro estudio realizado en 2004 informa que el 32% de todos los diagnósticos primarios realizados en los hospitales son erróneos. En los años 50, en Estados Unidos realizaban la autopsia a casi el 50% de los fallecidos. Ahora, sólo una de cada 50 muertes, por lo que se pierden 49 de 50 oportunidades de aprender algo nuevo.
En España se distinguen entre dos tipos de autopsia, la clínica, regulada legalmente por la Ley 29/1980 y el Real Decreto 2230/1982 y la autopsia médico-legal, regulada por la Ley de Enjuiciamiento Criminal y varias leyes y Reales Decretos. Según explica el informe elaborado por el Instituto Navarro de Medicina Legal y el Instituto de Medicina Legal de Alicante, «la autopsia médico-legal no es bien conocida por la medicina asistencial debido, en parte, al aislamiento de la medicina legal respecto del ámbito clínico. Esto produce, y no sólo en nuestro país, dificultades para entender cuándo una muerte debe notificarse a la autoridad judicial y, por tanto, está sujeta a investigación judicial.»
En el verano de 1999, por ejemplo, cuatro habitantes de Nueva York murieron de una enfermedad pulmonar que los médicos que los trataron diagnosticaron como encefalitis de San Luis. El médico forense de la ciudad, defensor de la autopsia, insistió en que se realizase la necropsia de todos modos. Finalmente, se identificó que los sujetos habían fallecido por el virus del Nilo Occidental. Los médicos, por su parte, aprendieron humildad. Lo mismo ocurre con otros casos que se ha diagnosticado que la persona murió por un ataque al corazón y el examen post mortem ha demostrado que en realidad se trataba de una embolia pulmonar.
Fuentes:
nautil.us | elsevier.es | dspace.universia.net | archinte.jamanetwork.com | seap.es | seapcongresos.com | Ley 29/1980 | Real Decreto 2230/1982 | Ley de Enjuiciamiento Criminal |
Redacción QUO
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