Científicos de la Universidad Tecnológica de Nanyang han puesto un dedo en la llaga al señalar que atacar la obesidad, que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, afecta a más de 600 millones de personas, no tiene solo que ver con la dieta o el ejercicio, sino también con la clase social.
Para llegar a esta conclusión, publicada en un estudio en Proceedings of the National Academy of Sciences, los autores realizaron cuatro experimentos con cerca de 500 voluntarios.
Para el primero de ellos se les asignó a los participantes un lugar en una hipotética escala social que determinaba si eran ricos, educados y poderosos o no tenían ni educación ni recursos (posición que no siempre coincidía con su situación real). Luego se les daba a escoger qué alimentos preferían de un menú del que podían comer cuanto quisieran. Al analizar las elecciones de cada voluntarios, los investigadores descubrieron que aquellos que “descendieron” en la escala social, elegían no solo alimentos con más calorías, sino también en mayor cantidad.
En el segundo experimento, se les pidió a los participantes que señalaran qué alimentos les parecían agradables y cuáles no. Estos estaban divididos en dos categorías: de alto contenido calórico (pizza, hamburguesas, pollo frito) y bajos en calorías (verduras y frutas). Los resultados confirmaron el primer experimento: los que habían sido asignados al grupo de menos recursos, elegían comidas con más calorías.
La tercera prueba consistía en mirar un documental mientras comían tres tentempiés a elegir entre patatas fritas, uvas pasas y caramelos con chocolate. Los resultados se repitieron.
Finalmente, el último de los ensayos consistió en pedirles que comieran un plato de pasta hasta que se sintieran “cómodamente llenos” según señalan en el artículo. En esta instancia los científicos descubrieron que los que se encontraban en la parte más alta de la escala social, comían un 20% menos que los otros.
De todo esto, los autores concluyen que “Estos hallazgos sugieren que las mentalidades de privación y bajo nivel social pueden estar vinculadas críticamente al riesgo de obesidad a través de una mayor ingesta de calorías”.
Juan Scaliter
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