En España más de un 40% de las muertes vinculadas a enfermedades cardiovasculares están relacionadas con la ateroesclerosis, una variedad de arteriosclerosis caracterizada por el depósito de sustancias grasas en el interior de las arterias.
Durante mucho tiempo, los expertos han intentado aprovechar nuestro sistema inmunológico para tratar diferentes dolencias. Y ahora parecen haber encontrado un modo para lidiar con la aterosclerosis y quizás con otras condiciones metabólicas, como la enfermedad hepática grasa y la diabetes tipo 2.
Expertos de la Universidad de Washington, liderados por Babak Razani han demostrado que un azúcar natural llamada trehalosa incrementa las capacidades de limpieza celular del sistema inmunológico.
“Nuestro objetivo – explica Razani en un comunicado – es mejorar la capacidad de las células inmunes llamadas macrófagos, para degradar la basura celular, convirtiéndolos en super macrófagos”. Los macrófagos son células inmunes responsables de limpiar muchos tipos de desechos celulares, incluyendo proteínas deformadas, exceso de grasa y orgánulos defectuosos.
“En la aterosclerosis –continúa Razani –, los macrófagos tratan de reparar el daño limpiando la zona afectada, pero se ven abrumados por la la inflamación, su proceso de limpieza se resiente y llegan otros macrófagos para intentar ayudar, empeorando la situación, convirtiendo la arteria en una sopa de células muertas y más lípidos”.
De acuerdo con los resultados, publicados en Nature, el equipo de Razani redujo un 30% las formación de placas en las arterias de ratones al inyectarles trehalosa. Este tipo de azúcar se encuentra en plantas y hasta en insectos y su uso ha sido aprobado por la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés).
“La trehalosa no sólo mejoró la maquinaria de limpieza celular – concluye Razani – también promovió un incremento en su función”. El próximo paso es seguir estudiando la trehalosa como una terapia potencial para la aterosclerosis, especialmente porque no sólo es segura para el consumo humano sino que al mismo tiempo puede ser utilizado como edulcorante. El mayor obstáculo al que se enfrentan los científicos es que su efectividad es solo si se inyecta, ya que las enzimas digestivas la degradan.
Juan Scaliter
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