En los años 1960, un grupo de escaladores exploró la Pirámide de Ball, un pequeño islote en el Mar de Tasmania y descubrió un tesoro que marcaría el comienzo de una increíble historia de supervivencia: restos recientes de los insectos palo de la isla Lord Howe (Dryococelus australis), unos pequeños animales que se pensaba se habían extinguido tres décadas atrás. Los insectos, se suponía, habían desaparecido cuando debido a un naufragio, un grupo de ratas llegaron a la isla y diezmaron casi por completo la población de insectos, 5 tipos de aves y otras 12 especies de insectos.
Pese al hallazgo de los escaladores, no fue hasta 2002 cuando un grupo de científicos regresó al islote, a 20 kilómetros de la isla de Lord Howe, y capturó 24 insectos para criarlos en cautividad en el Zoológico de Melbourne. A simple vista, la morfología de ambas especies dejaba muchas dudas: ¿se trataba de los mismos insectos? Para despejarlas por completo un grupo de investigadores del Instituto de Ciencias y Tecnología de la Universidad de Okinawa (OIST), en colaboración con el Zoo de Victoria (Australia) y la Colección Nacional Australiana de Insectos (CSIRO), han secuenciado el genoma de ambas especies. Los resultados, publicados en Current Biology, han demostrado que ambos insectos difieren en menos de un 1% de su ADN. Un porcentaje que se encuentra dentro del rango de variación intraespecífica, lo que significa que son lo suficientemente similares como para ser declarados de la misma especie.
Juan Scaliter
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