La imagen de nuestra evolución, siempre evoca el perfil de una serie de primates, más o menos similares a nosotros, que van irguiéndose cada vez más hasta llegar a la postura erguida. Para los científicos esta imagen es clave para comprender cómo vivieron, cazaron y evolucionaron nuestros antepasados.
Un examen detallado de huellas de homínidos descubiertas en Laetoli, Tanzania y datadas de 3,6 millones de años atrás, sugiere que nuestros antepasados desarrollaron un bipedismo similar al humano, mucho antes de lo que se pensaba.
“Las huellas fósiles son realmente la única evidencia directa de cómo se desplazaron nuestros antepasados – explica David Raichlen, líder del estudio –. Aunque puede haber algunas diferencias, 3,6 millones de años atrás, los homínidos caminaban de una manera muy similar a nosotros”.
Se cree que los homínidos comenzaron a caminar sobre dos patas hace unos 7 millones de años, pero de acuerdo con la evolución de otros primates, se considera probable que estos primeros ancestros hayan mantenido una postura de caminar encorvada y con las piernas flexionadas durante un tiempo.
Basándose en las huellas fosilizadas, Raichlen y su equipo utilizaron una variedad de métodos para reconstruir la mecánica de la marcha. Sus resultados, presentados en la reunión anual de la Asociación Estadounidense de Anatomistas, señalan que las huellas en Laetoli son consistentes con una marcha bípeda completamente erguida, similar a la humana.
Esto sugiere que el cambio a una forma de andar más parecida a la humana probablemente tuvo algo que ver con la forma en que nuestros ancestros buscaban comida, y qué tan lejos tuvieron que viajar para encontrarla.
«Este trabajo sugiere que, hace 3.6 millones de años, los cambios en el clima y el hábitat llevaron a los homínidos ancestrales a caminar largas distancias durante las búsquedas diarias de alimentos – concluye Raichlen –. La selección pudo haber actuado en este momento para reducir los gastos energéticos implicados en la locomoción, generando la mecánica humana que empleamos hoy. Pese a contar con importantes evidencias, aún desconocemos la etapa precisa en que nuestros antepasados se distanciaron de los simios actuales en su forma de desplazarse. Para ello necesitaremos más huellas y más estudios».
Juan Scaliter
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