La existencia de antiestrellas significaría una revolución en la astronomía y la necesidad de una nueva teoría para el nacimiento del universo.
La antimateria solo se produce en eventos singulares del universo y como resultado de experimentos en la Tierra en aceleradores de partículas. Su escasez hace que sea la sustancia más cara que existe, con un coste de 62 mil millones de dólares el miligramo.
La teoría actual del origen del universo dice que en sus inicios existía una cantidad equivalente de antipartículas para cada partícula, con su misma masa y espín, pero con cargas eléctricas contrarias. Cuando entraban en contacto se aniquilaban mutuamente, liberando una cantidad de energía por átomo mayor que la que produciría una bomba atómica.
Según esta hipótesis, al principio del universo, la materia, de la que estamos hechos, seria ligeramente más abundante que la antimateria. Ambas se aniquilarían mutuamente, quedando finalmente una cantidad ínfima de antimateria.
Localizar la antimateria no es tarea fácil, por eso los científicos quedaron tan impresionados cuando en 2018 se detectaron dos núcleos de antihelio en el espacio. La única forma plausible que entendemos para que existan estos núcleos es en el interior de antiestrellas, astros como nuestro Sol, pero formados de antipartículas.
A pesar de que los resultados aún no se han confirmado, un grupo de investigadores ha publicado un estudio en el que calculan la cantidad máxima de antiestrellas que podría existir en nuestro universo.
“Es un análisis realmente complicado” dice Illias Cholis, astrocientífico que participó en el estudio. “Por cada evento relacionado con el antihelio hay 100 millones de eventos de helio normal”.
Teóricamente las antiestrellas poseerían un brillo indistinguible de las estrellas comunes, pero la materia que se acercase acabaría aniquilándose en un estallido de alta energía que sí podríamos diferenciar. Filtrando más de diez años de datos, el equipo ha analizado casi 6.000 objetos estelares, llegando a la conclusión de que solo 14 podrían ser antiestrellas. Esto supone una proporción de una antiestrella por cada 400.000 estrellas normales en nuestra vecindad galáctica.
El jefe del estudio, Simon Dupourqué, afirmar “Tenemos 14 candidatos como antiestrella, pero en mi opinión, así como la del coautor del estudio, no son antiestrellas”. Este año otro nuevo experimento podría darnos la respuesta. El General AntiParticle Spectrometer (GAPS), un enorme detector esférico sitiado en la Antártida, tratará de encontrar más antimateria para arrojar luz sobre el misterio de las estrellas imposibles.
Si realmente encontramos antiestrellas, necesitaríamos reimaginar la evolución del universo desde su inicio, y aunque existan, no sería posible que se estén formando actualmente. Las nubes de antimateria requeridas para el nacimiento de antiestrellas no podrían sobrevivir sin aniquilarse con la materia normal. Esta respuesta generaría una pregunta aún más intrigante: ¿cómo han conseguido sobrevivir las antiestrellas desde el inicio del universo hace 13.000 millones de años?
REFERENCIA
Scientists examine using antimatter and fusion to propel future spacecraft
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