Hace 15 años, además de Quo, nacía la serie Star Trek: Voyager y llegaba a las pantallas de cine Jonhhy Mnemonic, la película en la que el protagonista transporta información implantada en su propio cerebro. Así que, para celebrar nuestro aniversario, se nos ocurrió repasar todo aquello que creímos entonces que a estas alturas, casi en 2011, ya se habría hecho realidad. Muchas de estas ideas heredadas realmente del futuro que soñaron en los ya lejanos años 50, la época dorada de la ciencia ficción. ¿Y quién mejor que un cómico “viejuno” como Joaquín Reyes para reencarnar al hombre de futuro que quisimos ser? Por eso lo enfundamos en una malla plateada para que viajara al Espacio o probara un traductor de bebés.
Así que empecemos nuestra revisión: ¿por qué aún no hemos conseguido crear una cabina teletransportadora a lo Star Trek? Michio Kaku, profesor de la Universidad de Nueva York, cuenta en su libro La Física de lo Imposible que cuando Gene Roddenberry, guionista de la serie Star Trek, se enfrentó a la financiación de los primeros capítulos de la serie, se dio cuenta de que los efectos especiales necesarios para simular el despegue y aterrizaje de una nave eran demasiado costosos. Así que se le ocurrió que el teletransporte podía ser una forma más barata de llevar a sus personajes a otros planetas. Hoy en día se simularían por ordenador, pero entonces se tenían que crear nuevos decorados, etc.
Esta decisión lanzó a la fama una novedosa técnica, la teletransportación, en la que en realidad la ciencia ha dado pasos muy pequeños estos años. Usando un fenómeno algo complejo, el del entrelazamiento cuántico, los físicos solo han conseguido teletransportar un fotón a 140 kilómetros de distancia, y aseguran que para poder hacer lo mismo con un capitán Kirk aún tendremos que esperar mucho tiempo. Y es que en realidad, lo que están haciendo los científicos al teletransportar un fotón no es moverlo, sino destruirlo en su punto de origen y volver a crear un gemelo (con toda la información del anterior) en el punto de destino. ¡Y a ver quién es el guapo que se presta a que lo desintegren con la esperanza de resucitar en su hermano gemelo!
Sergio L. Palacios, profesor de Física de la Universidad de Oviedo y experto en ciencia ficción, aclara: “Lo que se ha conseguido teletransportar por ahora es el estado cuántico del objeto, es decir, a un nivel muy elemental. Pero todavía estamos muy lejos de conseguirlo con un ser humano. De hecho, no está claro que vaya a ser posible en algún momento”.
Pero el caso de los viajes al espacio es muy diferente.
“Para avanzar, la ciencia y la tecnología también dependen de condicionamientos sociales y económicos. Por ejemplo, en el caso de los viajes al espacio ya hay tecnología disponible para visitar Marte y la Luna; sin embargo, la crisis económica ha producido un parón en su desarrollo”, comenta Palacios.
En mayo de 1998, nosotros mismos recogimos en Quo la previsión de la NASA: tras los resultados de investigación de la sonda Lunar Prospector, vaticinaban que en 15 años podríamos asistir a la creación de la primera colonia en la Luna, que utilizaríamos como base para la exploración del resto del espacio. Evidentemente, por el camino que vamos, no será así.
Y también llevamos años soñando con la llegada del hombre a Marte. Desde hace mucho sabemos que se trata de un desierto helado en el que no podríamos vivir al aire libre y sin ayuda de algún tipo de ingenio. Sin embargo, durante mucho tiempo, se habló de una posible “terraformación”, es decir, convertir Marte en habitable espesando su atmósfera, descongelando el hielo de su superficie, etc. Ahora, todavía hay ensayos que insisten en esta posibilidad, aunque ya se habla de que no conseguiremos vivir en Marte hasta 2100.
Algo que también forma parte de nuestros deseos de futuro y que no termina de llegar es crear un robot a nuestra imagen y semejanza, tanto en inteligencia como físicamente, que haga las labores domésticas, cuide de nosotros y se convierta en nuestra pareja.
Sin embargo, la realidad es que para limpiar nuestra casa lo más parecido que tenemos a un robot mayordomo son los pequeños aspiradores robóticos con forma de platillo volante que, al fin y al cabo, no son más que un quitapelusas automático. Y es que poner a un androide como los que ya fabrican algunos de los laboratorios de robótica más avanzados a limpiar nuestra casa nos costaría más de un millón de euros. Ni en toda su vida pagando una asistenta por horas recuperaríamos la inversión.
Algo parecido sucedería en los hospitales. En realidad, ya hay robots con forma de cajonera, destinados a repartir medicamentos o para cargar y asistir a ancianos. Sin embargo, su aspecto se aleja muchísimo de una estupenda enfermera humanoide. Además, los robots actuales no son tan listos como esperábamos. Según el experto en robótica Iván Bermejo: “Estamos lejos de conseguir robots humanoides como los que vemos en las películas, aunque el avance es exponencial y cada robot aspirador que se vende hace que este mercado se expanda. Estamos más o menos como la informática en los 70: aún hace falta que se produzca un salto tecnológico que nos permita crear un robot que comprenda su entorno y actúe en consecuencia”. En otros casos, por el contrario, el futuro que imaginamos es posible en teoría, aunque aún queda mucho para que se haga realidad. Este es el caso de un anhelo mítico: hacernos invisibles.
Ya hay varios metamateriales creados con el fin de hacernos invisibles, pero aún no es posible fabricarlos tan homogéneos como para cubrirnos totalmente con ellos y desaparecer al estilo Harry Potter.
El último, creado por físicos de la Universidad de Saint Andrews en Escocia, el llamado Metaflex, en vez de reflejar la luz, la curva de manera que los rayos rodeen el objeto y sigan su camino. Además, se trata de un material flexible, con lo que puede adaptarse a una gran cantidad de aplicaciones. Sin embargo, su muestra inicial mide solo 5 x 8 milímetros cuadrados, pero es un primer paso más que esperanzador. “Por ahora, hacer invisible un objeto de tamaño normal (una persona, un coche, etc.) es imposible, pero seguramente no tardaremos mucho en verlo”, asegura Palacios. Por otro lado, ¿quién no ha soñado con empuñar una pistola al estilo Star Wars? Imagínate avanzando por un pasillo intergaláctico y que, de repente, un grupo de clones te organizan una emboscada. ¿Con qué te defenderías?
Evidentemente, con un arma láser. Pues, a pesar de que ya usamos esta tecnología para cosas como leer DVD, cirugía ocular, etc., aún no tenemos armamento con ella. ¿Por qué? Pues porque un láser lo suficientemente potente como para emular a las balas no podría “guardarse” en una simple pistola. Según cuenta Palacios: “El problema es que los que son capaces de hacer un agujero en el hormigón, por ejemplo, son muy grandes y se calientan muchísimo, por lo que normalmente llevan un aparatoso sistema de refrigeración. Seguramente no quedará mucho, porque solo se trata de conseguir la miniaturización de este sistema”. Aunque hay sueños que aún estamos más cerca de conseguir.
¿Cuántos años llevamos oyendo hablar de que podremos ir de casa a la oficina por los aires? En El quinto elemento vimos a Bruce Willis escapar de una persecución aérea de lo más trepidante. En realidad, ya existen varios coches voladores listos para tomar el aire, como el Transition Roadable y el Icon ¿El problema? El tráfico aéreo doméstico no está regulado, hay que tener licencia de vuelo para conducirlos y todavía son muy caros (unos 140.000 euros aproximadamente).
En cuanto a gozar de un coche en el que no tienes que estar pendiente ni del freno, ni el tráfico… Además de poder ir durmiendo en los viajes largos, se reducirían mucho los accidentes de tráfico, los coches consumirían lo justo y acabaríamos con los atascos. En realidad, no es tan difícil hacer automóviles autónomos. De hecho, algunos de los que hay ya por las carreteras tienen sistemas inteligentes para controlar el tráfico.
El problema que impedía hasta ahora generalizar estos sistemas y disfrutar de un coche totalmente autónomo era el importante gasto que habría que hacer para dotar a todos los coches que ya hay con estos detectores, instalar sensores en las carreteras, etc. Algo que parece que Google ha solucionado, ya que recientemente anunció haber desarrollado una tecnología de autoconducción que ha probado en un Toyota Prius con el que ha recorrido 225.000 kilómetros por EEUU. El prototipo integra cámaras de vídeo, sensores de radar y un telémetro láser para detectar el tráfico. Además, toda la información es contrastada en el centro de datos de Google, sin necesidad de coordinarse con otros.
Por último, tenemos algunos sueños de futuro improbables por su dudosa utilidad, como la comida en píldoras.
Para los amantes de la buena mesa es una buena noticia que las “píldoras-menú del día” no se hayan hecho nunca realidad. Pero además, hay una explicación práctica. Resulta que para meter en una pastilla las 2.000 calorías diarias que necesitaríamos para estar sanos y seguir viviendo, tendríamos que ingerir unas 450 cápsulas normales. Pero ¿alguien va a comerse una píldora si puede elegir engullirse una tapa de jamón ibérico de bellota? La utilidad que se le atribuye a este invento es no tener que preocuparse nunca más de ingerir grasas trans ni de los kilos de más.
Recientemente, un equipo de científicos del Instituto de Investigación Alimentaria de Norwich (Inglaterra) aseguraron haber creado un chicle que sabe como la comida casera, lo que nos permitiría degustar una fabada sin ingerir sus calorías.
Otro invento dudoso, aunque del que se han producido varios intentos durante estos años, es el traductor de bebés. En 2005 publicamos que Bowlingual, la empresa nipona que había creado antes un traductor de perros anunciaba tener listo uno para bebés, aunque nunca llegó a España. Sin embargo, el pasado mes de octubre, científicos de la Universidad de Hiroshima (Japón) publicaron una investigación en la que aseguran haber creado un software capaz de distinguir el llanto provocado por un bebé hambriento del que denota sueño o dolor. Algo que permitiría crear un gadget que podría ayudar mucho a los padres primerizos para entender a sus hijos. Y otro sueño irrealizable y del que parece que también estamos muy lejos son los viajes en el tiempo.
“El viaje hacia el futuro es posible, y ya se ha conseguido, aunque a muy pequeña escala”, asegura Palacios. Entonces, ¿por qué no hemos recibido todavía la visita de ningún viajero desde el futuro? “Pues porque lo que no está tan claro es que pueda hacerse tal y como ha sido ideado por guionistas y novelistas; es decir, montándonos en una máquina y dándole a una palanca. Y tampoco está comprobado que pueda lograrse hacia al pasado”, sentencia Palacios.
Para abrir un túnel que nos permita viajar en ambas direcciones (hacia el futuro y el pasado) hay varias propuestas. La más extendida es la relacionada con lo que los físicos llaman “agujeros de gusano”; es decir, una especie de atajos presentes en el Universo que nos permitirían viajar a través de ellos, pero de los que, hoy por hoy, no sabemos ni dónde están ni cómo son. Así que imagina si es difícil utilizarlos.
Hay muchas teorías de cómo fabricarlos artificialmente, pero son tan alocadas como improbables. De hecho, el propio Palacios asegura: “Estamos muy lejos de poder conseguirlo, probablemente a miles de años. Aunque antes de un gran avance siempre se produce un gran salto, una discontinuidad en una materia determinada que nadie esperaba y, de repente, se produce un avance imprevisible”, termina Palacios, optimista.
Y para terminar, le preguntamos a nuestro maestro de ceremonias, Joaquín Reyes, después de tan inspiradora y divertida sesión de fotos: ¿qué no podría faltar en tu futuro?
“Para mí, algo innegociable son las cabinas teletransportadoras y cosas que flotan por sí solas. Y no se han cumplido ninguna de las dos cosas. Las cosas flotan, pero durante un ratico pequeño de tiempo, y lo más parecido a una cabina teletransportadora es el AVE, y yo me la imaginaba como una ducha en la que te metías y aparecías en otro sitio. Pero después de todo, es posible que las fabriquen y lo estropeen todo con la gestión. Nos harán pasar horas para facturar y embarcar, aunque luego tardemos dos segundos en llegar a nuestro destino”, bromea Reyes.
“De todas formas, si llegan a decirme hace 20 años que iba a existir un aparato diminuto en el que cabrían miles de canciones, como el iPod, me habría quedado con el culo torcío. Este, las pantallas táctiles y la realidad virtual son pequeñas porciones de un futuro que seguramente nunca imaginamos, pero que sí se ha convertido en realidad”, sentenciaba Reyes.
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