Aunque parezca increíble, solamente un 11% de la superficie terrestre del planeta es cultivable. Según previsiones de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), en 2050 seremos 9.000 millones de seres humanos y será necesario aumentar en un 70% la producción agrícola.
Una solución para incrementar el rendimiento puede llegar de la mano de los satélites.
Para los agricultores es sumamente difícil y oneroso descubrir las cantidades de semillas, fertilizantes y agua que se deben usar en un área cultivable. Los análisis de tierra son costosos, y a veces no están disponibles en la zona.
Los satélites, en cambio, miden la radiación electromagnética reflejada por la tierra. Esto permite saber las propiedades del suelo, la cantidad de cultivo, los niveles de clorofila, minerales y humedad. Si a esto se le suman los avanzados pronósticos meteorológicos actuales, se pueden producir mapas sumamente fiables de qué, cómo, cuándo y dónde cultivar. Una cooperativa francesa llamada Sevépi, por ejemplo, envía correos electrónicos a sus miembros cinco veces al año. En ellos se destacan mapas de sus tierras, divididos por colores, en los que se recomienda una de las 50 fórmulas de fertilizantes. También se analiza el crecimiento de los cultivos y se prescribe la mejor fecha para la cosecha de cada sector y especie.
Tractores dotados con GPS realizan la tarea sugerida para cada área. El rendimiento se eleva al menos un 10% gracias a estas ayudas.
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