CIENCIA

Así se explicaba la carrera espacial a los niños antes de la llegada a la Luna

Sin lugar a dudas las ilustraciones vintage científicas tienen un encanto y un punto especial. Y si encima estos libros para niños han sido ilustrados por mujeres en los años 50… ya es toda una rareza (alentadora) incluso hoy en día. Una mujer como la que vais a conocer, que tiene hijos y lectores entusiasmados por la ciencia desde hace medio siglo, se puede considerar una heroína cultural. Así es Jeanne Bendick, autora e ilustradora de más de 100 libros sobre ciencia y tecnología para niños de mediados del siglo pasado.

Defensora de las preguntas y respuestas como clave para desarrollar una buena mente científica, Jeanne combina su propia creatividad con, como ella reconoce, ideas basadas en aquellos que estaban allí de antes. Su elocuencia es realmente inspiradora:

«Una parte del trabajo que me propuse era intentar que los jóvenes lectores percibiesen que todo está conectado con todo y que la ciencia no es algo que no está incluido en la ecuación. Es parte de la vida cotidiana. Ha sido así desde el principio. Las cosas que los primeros científicos aprendieron son los bloques de construcción que dejaron el trabajo medio hecho a los que han venido después. A veces se aceptan las ideas anteriores. A veces, las interrogaron y desafiaron. Quiero inducir a los lectores a hacerse preguntas y que ellos mismos traten de responderlas. Si no pueden hacerlo, eso no es lo realmente importante … Las preguntas son, sin lugar a dudas, más importantes que las respuestas. Si yo fuera un hada madrina, mi regalo para cada niño sería la curiosidad».

En 1953, media década antes de los albores de la carrera espacial y el optimismo cósmico, dieciséis años antes de que el primer ser humano pisara la Luna, y más de medio siglo antes de que la exploración espacial perdiera su lugar predominante entre las prioridades del Gobierno de EEUU, Bendick escribió e ilustró el primer libro de viajes espaciales, la exploración y el universo conocido. Desde la física de cómo funcionan los cohetes, la escala del sistema solar a lo esencial de la jerga de astronautas. Por fortuna, sus encantadoras ilustraciones y un texto rigurosamente investigado todavía sobreviven para nuestra curiosidad y asombro. Puedes disfrutar de las imágenes del libro en esta fotogalería.

Animando a los niños a ser astronautas

Cuando Jeanne Bendick escribió esto, los científicos predecían que en unos 20 años los humanos podríamos viajar por el espacio. Por eso animaba a los niños, futuros astronautas, a aprovechar esas dos décadas para aprender sobre los misterios del Universo.

Admiración por las estrellas

Bendick explicaba así a los niños que, durante el día, los reflejos del Sol nos impiden ver lo que hay más allá de nuestro pequeño planeta. Sin embargo, la noche, les decía, era el momento perfecto para observar el fulgor de las estrellas a billones de metros de nuestra Tierra.

Entendiendo el Sistema Solar

La autora explica a los niños por qué el Sol se ve tan grande y brillante cuando hay otras estrellas de mayor tamaño y fulgor en el Universo. Evidentemente, es porque se encuentra mucho más cerca de nuestro planeta. 

También les contaba que la Tierra y sus planetas vecinos giran alrededor del Sol siguiendo unas ‘carreteras’ que se conocen como órbitas.

¿Cuántas lunas tiene cada planeta?

En una ilustración, la autora explica a los niños cuántas lunas tiene cada planeta.

Las leyes de Newton

Bendick utiliza el ejemplo de un coche para explicar a los más peques las leyes de la Física descubiertas por Isaac Newton. La primera, como todos vosotros sabéis, dice que un cuerpo permanecerá en reposo hasta que alguna fuerza actúe para imprimirle movimiento. Una vez en marcha, no se parará hasta que alguna otra fuerza actúe para detenerlo.

La segunda ley, siempre explicada desde la metáfora automovilística, nos dice que el coche se moverá más rápido cuanto mayor sea la fuerza que lo empuje.

Y la tercera ley, como podéis ver, habla de cohetes.

La cuenta atrás

La autora explica cómo se produce el lanzamiento de un cohete desde la elección del lugar idóneo (cerca de un desierto o una gran masa de agua) hasta la carga que debe llevar la nave.

¿Qué pasa cuando empieza el viaje?

En los primeros momentos, la presión es muy fuerte y el astronauta piensa que va a reventar, pero el organismo aguanta y esta circunstancia solo dura unos segundos. Para los que están mirando, en un primer momento parece que el cohete va muy despacio y pronto se escucha un gran estruendo, se ve una llamarada y empieza a acelerar.

Por último, la autora explica como se utilizaría el combustible y arrancaría los motores del cohete.

Yiiiihaaaaa!!!

Anda… ¡pero si no hay gravedad!

Vestido para la ocasión

Futuro astronauta, ya estás a bordo de la nave y vas a pasar allí un tiempo. Los científicos llevan años pensando en todo para que tu estancia sea lo más confortable posible.

Probablemente tu traje será ligero y no dará mucho calor, parecido a los que usas normalmente en la Tierra. Pero tendrás otro atuendo para cuando salgas de la nave. Será metálico pero ligero, pensado para protegerte en medio del espacio sin reducir excesivamente tu movilidad.

Aire acondicionado en el traje

Ocho antes de que Yuri Gagarin se enfundara el primer traje espacial (aunque el primer diseño lo había hecho un español en 1935), Bendick explicaba a los niños de qué materiales podría estar hecho. Además, les contaba los mecanismos que esta vestimenta incorporaría para mantener la temperatura del astronauta. Ni frío ni calor.

Ciudades en el espacio

Tirando de imaginación, la autora describe cómo podrían ir los astronautas desde su cohete hasta la Estación Espacial. Aunque las modernas técnicas de ensamblamiento todavía no pasaban por su cabeza y hablaba de ‘taxis espaciales’, si llegó a imaginar que los astronautas pasarían largos periodos de tiempo en la Estación Espacial. 

No obstante, la ISS todavía no ha llegado ni a la mitad del desarrollo que ella prevía. Hablaba de auténticas ciudades en el espacio donde vivirían familias enteras: produciendo su propia comida, con sus propios trabajos, colegios, cines, etc.

Venus

La autora explica a los niños que Venus es el planeta más cercano a la Tierra y que está rodeado por una densa capa de nubes que en aquellos momentos impedían saber mucho sobre él. Aunque hoy en día nuestros esfuerzos están concentrados en llegar a Marte, el halo de misterio de nuestro otro vecino lo hacía irresistible para los científicos de aquella época.

El planeta rojo

Cada vez sabemos más sobre él gracias a que el Curiosity y otros vehículos espaciales lo han estado investigando en los últimos años, pero en tiempos de Bendick la mayor parte eran suposiciones. Creían que tenía atmósfera, agua y seres vivos. En parte se han cumplido sus predicciones.

Los planetas fríos

La autora explica a los niños lo que se sabía por aquel entonces sobre Venus y Júpiter.

¿Cómo serían los extraterrestres?

La autora afirma que la mayoría de los científicos no creía que existiera vida inteligente en otros mundos, pero reconoce que no podían estar seguros. Y se pregunta cómo serían en caso de existir los habitantes de Venus o Marte.

¿Estamos solos en el Universo?

Bendick explica que fuera de la Vía Lactea hay otras galaxias, con otros planetas, que podrían tener condiciones adecuadas para la vida. De hecho, algunos de ellos serían más antiguos que el nuestro y las civilizaciones que allí vivieran podrían estar más mucho más avanzada que la terrícola. Quién sabe si no estarían ya viajando a nuestro encuentro.

Diccionario de términos espaciales

La autora define términos relacionados con el espacio como asteroide, astronauta o galaxia.

El armario de un astronauta

En una ilustración, Bendick describe los elementos que compondrían la indumentaria de un viajero espacial.

Redacción QUO

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