El resveratrol se metaboliza muy rápido y pierde sus propiedades antes de poder actuar, en la Universidad de Murcia han encontrado una solución para que se libere lentamente
José Manuel López Nicolás (Sciencia) ha sido uno de los más firmes detractores del supuesto efecto beneficioso para los seres humanos del resveratrol, un antioxidante presente en el vino tinto que lo tiene todo: alarga la vida, aniquila las grasas que recubren el hígado, protege el corazón, y adelgaza. Pero, si uno es investigador, y López Nicolás lo es, hay dos maneras de combatir un fraude: divulgar qué es un fraude hasta quedarte afónico, o bien, conseguir que no sea un fraude.
“No se ha demostrado que el resveratrol sirva para lo que dicen las empresas que lo comercializan que sirve” dice López Nicolás, investigador y catedrático de bioquímica de la Universidad de Murcia, autor de Un científico en el supermercado (su tercer libro). Y Nicolás añade: “Lo que estamos intentando es hacer que sí funcione”.
¿Cómo? El bioquímico lo explicó así durante su charla en Desgranando Ciencia:
En el hígado, el resveratrol pierde sus propiedades. Y lo eliminamos vía heces y orina
El resveratrol es una molécula que libera la uva para defenderse cuando sufre el ataque de un patógeno. Hay estudios que demuestran su eficacia in vitro, en laboratorio. Sin embargo, hay otros muchos estudios que muestran que NO hace nada in vivo, en humanos.
¿Por qué en humanos no funciona? La respuesta tiene que ver con la baja concentración, y que se metaboliza muy rápido, es de muy rápida absorción. Cuando te comes el resveratrol, llega al intestino, de ahí a la sangre, y pasa por el hígado. En el hígado pierde sus propiedades. Y lo eliminamos vía heces y orina.
En la Universidad de Murcia buscamos una solución a esto: se trata de hacer un “cortocircuito” en el proceso, conseguir que no pase por el hígado y llegue directamente a la linfa. Para conseguirlo unimos el resveratrol a una molécula grasa. Ligado al ácido graso, llegará al intestino y pasará directamente al sistema linfático sin pasar por el hígado».
Pero, ¿cómo lo hacemos llegar al consumidor? El resveratrol es muy poco soluble, así que hay que idear una manera de disolverlo, por ejemplo, en un zumo de naranja sin que se pierda.
Para conseguirlo, lo “encapsulamos” en unas nano esponjas. Se trata de muchos anillos de glucosa juntos que pueden albergar esa molécula dentro y liberarla muy despacio, para que pase el tracto digestivo y se libere cuando lo necesitamos.
Encapsulado entre anillos y ligado al ácido graso podría llegar al intestino y de ahí al sistema linfático si ser destruido en el viaje
En laboratorio tenemos que simular todo el proceso digestivo, y ver qué pasa con ese paquete que hemos creado, si realmente cruza el intestino y llega a la linfa. Con técnicas de diagnostico de imagen lo seguimos, y veremos si realmente hace el recorrido que queremos.
En el caso de que todo eso salga bien en esta primera fase, tenemos que probar que el resveratrol mantiene sus propiedades cardioprotectoras y antiobesidad cuando llega al tejido diana.
Haremos estudios in vitro relacionados con el envejecimiento celular, pero con eso no basta. Después hay que hacer estudios para ver si funciona primero en el C. elegant (un nematodo), después en ratas, y por último lo probaremos en humanos.
¿Funcionará? Pues, habrá que esperar años para saberlo. Así es la ciencia.
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