Con miles de millones de personas confinadas en su casa, los sismógrafos que miden los temblores de la corteza terrestre están más tranquilos
El viejo chiste dice que si todos los chinos dan una patada al suelo al mismo tiempo, los sismógrafos detectarán un pequeño terremoto. Puede que no esté tan desencaminado.
La actividad humana ha descendido en picado debido al confinamiento para contener la expansión del virus que causa la COVID-19, y eso quiere decir que la tierra tiembla menos.
Los sismógrafos han podido detectar este descenso en el “ruido de fondo” provocado por el transporte terrestre y otras actividades humanas como la industria pesada.
Este mismo fenómeno se produce durante la Navidad, por ejemplo, y sirve a los investigadores para detectar más claramente los microterremotos que se producen con frecuencia por el movimiento constante de las placas tectónicas.
El estudio del Real Observatorio de Bruselas ha sido publicado por Nature y da cuenta de una reducción del ruido de fondo sísmico de alrededor de un tercio, detectable desde Bélgica. Los sismógrafos localizados en ciudades, como el de Bruselas, son especialmente sensibles a la actividad humana y por ese motivo el descenso es más notable.
Un descenso similar fue notificado en Tweeter por el observatorio del Instituto de Tecnología de Pasadena, en California, aunque otros sismógrafos en zonas menos pobladas no han podido detectarlo.
REFERENCIA
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