Un grupo de investigadores de la Universidad de Cranfield, en el Reino Unido, ha desarrollado un test basado en papel que detectaría la presencia de SARS-CoV-2 en las aguas residuales de nuestro alcantarillado en apenas segundos, lo que ayudaría a las autoridades a actuar en consecuencia con más celeridad.
A pesar de que se trata de una propuesta, y por el momento no se ha puesto en práctica, el potencial que puede tener para frenar la propagación de cara al futuro es alto. El sistema es simple, apenas cuesta alrededor de 1 euro, y resultaría muy eficaz en cuestión de segundos a la hora de decirnos si en las aguas residuales de un barrio o vecindario en concreto existen restos de SARS-CoV-2. Esto permitiría a las autoridades adelantarse en las labores de prevención, desinfección y confinamiento de áreas en las que está claro que existen personas enfermas capaces de transmitir el virus.
La gran batalla ahora es detener la extensión del coronavirus y este tipo de mecanismos son baratos, precisos y muy útiles para tomar decisiones en consecuencia, sin dar palos de ciego. La propuesta, publicada en un artículo de la revista Enviromental Science & Technology por un equipo liderado por el ingeniero biomédico de la Universidad de Cranfield, Zhugen Yang, basa su dispositivo en el análisis inmediato de material genético en aguas residuales de los alcantarillados de la ciudad: «Este dispositivo de papel será capaz de ofrecer una imagen completa e inmediata de la salud de la población una vez que este sensor se pueda implementar».
Según apunta Yang, resultaría fácil de usar para los no expertos. Se trataría de un dispositivo que se doblaría y desplegaría en varios pasos de manera que su pudieran filtrar los ácidos nucléicos de los patógenos de las aguas residuales. El papel ya habría sido empapado previamente con químicos que reaccionaría y tratarían de detectar la presencia del ácido nucléico del SARS-CoV-2. Bastarían unos segundos para comprobarlo: si apareciera un círculo verde indica que existen restos, si es azul sería que no.
La investigación forma parte del campo de la epiemiología basada en el análisis de aguas residuales (WBE) y que es muy eficaz en ámbitos más localizados, no es invasivo con el medioambiente y es muy eficaz, obteniendo resultados en tiempo real. Esto ayudaría a estar un paso por delante de la propagación, sobre todo en casos donde las infecciones son asintomáticas en la comunidad o cuando las personas no están seguras de si están infectadas o no. Para Yang, «si COVID-19 puede ser monitoreado en una comunidad en una etapa temprana a través de WBE, se puede tomar una intervención efectiva lo antes posible para restringir los movimientos de esa población local, trabajando para minimizar la propagación de patógenos y la amenaza para la salud pública».
Este pasado lunes, científicos neerlandeses del Instituto de Investigación del Agua KWR advirtieron de la presencia de restos de material genético del coronavirus en una planta de aguas residuales en Amersfoort el 5 de marzo, mucho antes de que se reportaran los primeros casos en la ciudad (a unos 50 kilómetros al sureste de Ámsterdam). Incluso hicieron hincapié en la importancia de recabar información sobre la aparición y comportamiento de este nuevo virus en el alcantarillados: «Ya no solo para comprender si existe riesgo para los trabajadores del sector, pero también para determinar si la vigilancia de las aguas residuales podría utilizarse para monitorear la circulación del SARS-CoV-2 en nuestras comunidades», apuntó Gertjan Medema, principal microbiólogo del Instituto KWR. Además, añadió, «podría complementar la actual supervisión clínica, que se limita a los pacientes con COVID-19 que presentan síntomas más graves».
Fuentes: Enviromental Science & Technology / Bloomberg
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