Con los humanos confinados, la naturaleza nos está regalando imágenes increíbles y una de las que más ha llamado la atención, precisamente por la frecuencia con la que se ha observado, ha sido la de los halos solares.
Este fenómeno es una combinación de factores óptico-meteorológicos y consiste en una circunferencia brillante e iridiscente que rodea al Sol. Normalmente sucede durante los meses invernales y es más habitual en las zonas gélidas del planeta. Por ello, poder observarlo en diferentes puntos de España y de manera recurrente ha sido bastante llamativo en esta época del año.
Pero ¿cómo se forma? Para poder comprenderlo necesitamos saber que la luz que emite el Sol es luz blanca que se descompone en todos los colores cuando se produce el fenómeno de la refracción. Este concepto de la óptica nos dice que cuando la luz atraviesa determinados medios no sigue una misma dirección, sino que puede desviarse. Así lo demostró Isaac Newton en 1667, quien comprobó que al hacer pasar la luz blanca por un prisma de cristal esta se descomponía en los diferentes colores: el rojo, el naranja, el amarillo, el verde, el azul, etc.
Los halos solares se producen en presencia de nubes altas de tipo cirrus que debido a su altitud no están compuestas de gotas de agua en suspensión como la mayoría de las nubes sino de cristalitos de hielo. Estos cristales actúan como prismas de vidrio y cuando la luz solar incide sobre ellos con un determinado ángulo, la luz blanca se descompone en los colores que conforman el aro iridiscente alrededor del Sol.
Esto nos explica la tonalidad de la circunferencia formada pero no por qué tiene esta forma. Para ello es determinante el ángulo de incidencia y salida de la radiación solar al impactar sobre esos cristales de hielo y es que para que se forme un halo solar se debe producir la refracción de la luz solar visible con un ángulo de 22º.
También la luz de la Luna puede generar halos, aunque son mucho más difíciles de observar y además suelen ser mas tenues debido a que nuestro satélite emite una luz menos intensa que la del astro rey.
Sin embargo, no es el único fenómeno óptico que el cielo nos puede regalar en conjunción con la meteorología, ya que por procesos similares pueden aparecer los parhelios, arcos circunhorizontales, las iridiscencias o los pilares de luz.
Mar Gómez, meteoróloga de ElTiempo.es.
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