Eleonora Zeminiani tiene bajo su cargo una de las mayores responsabilidades de cualquier misión tripulada al espacio: el diseño y seguridad del módulo en el que vivirán los y las astronautas. Se trata del programa Artemis, la misión que en 2024 planea regresar a la Luna.
El vehículo de aterrizaje tripulado permitirá a los astronautas descender a la superficie lunar, vivir y trabajar sobre el terreno durante un máximo de una semana. En gran parte el diseño de este módulo es responsabilidad de la firma española Thales Alenia Space. La estructura debe ofrecer protección térmica y contra los micrometeoritos, radiación y otros factores propios del entorno lunar.
La lógica nos indica que, desde la primera misión a la Luna, allá por 1969, hemos avanzado mucho y actualmente emprender un proyecto similar debería ser más fácil. Pero la lógica y la realidad no siempre se llevan bien.
“Gracias a aquellos desafíos – nos explica Zeminiani desde Italia – ahora sabemos mucho sobre lo que significa llevar humanos a la Luna de manera segura. Por supuesto que la física y la ingeniería no han cambiado, por lo que podemos construir sobre eso. Pero nosotros debemos construir algunas cosas casi desde cero y en menos tiempo del que tuvieron los responsables de a misión Apollo. También han cambiado los estándares de seguridad. Por otro lado, la misión Apollo, los modulos y gran parte de las estructuras, eran prescindibles. Nuestra misión no será igual en este sentido y el objetivo de diseño es que puedan volver a utilizarse. Y todo esto en un momento de pandemia inédito”.
En el actual contexto, el espacio genera muchas preguntas y dos de las primeras que surgen con un programa como Artemis es ¿por qué volver a la Luna? y ¿Es un paso intermedio para llegar a Marte?
“Hay mucho que aún desconocemos de la Luna – añade esta ingeniera italiana –. Por ello es importante volver. Hay recursos que podemos obtener, es una plataforma perfecta para probar ciertos dispositivos y herramientas. Podemos aprender sobre la geología local y la de la Tierra. Y nos sirve para experimentar. Regresamos para demostrar ciertas condiciones fisiológicas a las que son sometidos los astronautas. También el viaje dará claves a las empresas privadas para que las agencias puedan centrarse en el panorama científico. Quizás, recursos sostenibles. Y finalmente regresamos para probar que la cooperación mundial es posible”.
¿Y qué ocurre respecto a Marte? ¿Será la Luna una estación intermedia para viajes marcianos?
“Sin duda podría convertirse en una base – afirma Zeminiani –. Pero por ahora actúa como una catapulta del conocimiento que nos lleva a evaluar todo lo que se necesitará en Marte y qué problemas enfrentaremos”.
Una de las premisas del programa Artemis es volver a la Luna, pero también llevar a la primera astronauta allí. Para Zeminiani esto es importante, pero hay más.
“Obviamente tiene mucho valor el hecho de llevar a la primera mujer a la Luna por una cuestión de género e igualdad – señala esta especialista en diseño de módulos y seguridad –, pero hay algo más. Hasta ahora tenemos apenas un 50% de información respecto a cómo reacciona el cuerpo humano en la Luna. Y el cuerpo de la mujer es muy diferente al de los hombres en muchos aspectos, hormonas, neurofisiología… También esto impactará en el diseño de la nave. La ergonomía es diferente, la distribución de cargas en un entorno de ingravidez cambia y todo esto debemos tenerlo en cuenta para cosas tan sencillas como caminar o comer. Todo esto puede parecer sencillo, pero para enfrentarse a un entorno nuevo y hostil en el espacio es fundamental”.
La exploración espacial, igual que ocurrió con los primeros viajes entre continentes, actúa como un disparador de innovación. Los desafíos a los que se enfrentaron los primeros exploradores propiciaron importantes avances tecnológicas que luego se aplicaron en otros campos. ¿Cómo se puede aplicar a a Tierra lo aprendido en el programa Artemis?
“Esa es una muy buena pregunta – concluye Zeminiani – . Un ejemplo de aplicaciones a la vida cotidiana tiene que ver con recursos como el agua potable. Lo que estamos aprendiendo en Artemis nos ayudará a hacer un uso más eficiente de la misma, tanto en la agricultura como en lo que a agua potable respecta. Otro ejemplo es la gestión de residuos, obtener energía de una fuente renovable como el Sol y también estamos desarrollando revestimientos para las naves y los trajes de los astronautas que podrán ser usados en la Tierra en climas extremos”.
La clave está en cuánto somos capaces de predecir de la pieza, y hasta qué…
Un nuevo estudio prevé un fuerte aumento de la mortalidad relacionada con la temperatura y…
Los investigadores ha descubierto un compuesto llamado BHB-Phe, producido por el organismo, que regula el…
Un nuevo estudio sobre la gran mancha de basura del Pacífico Norte indica un rápido…
Una nueva teoría que explica cómo interactúan la luz y la materia a nivel cuántico…
Pasar dos horas semanales en un entorno natural puede reducir el malestar emocional en niños…