El implante cerebral para adelgazar envía señales para que te sientas saciado. Su objetivo es el nervio vago, diana de los tratamientos pioneros anti obesidad.
Estamos en el punto de partida del futuro de los implantes cerebrales. Para los seguidores de Black Mirror, la serie futurista de Netflix, el desarrollo de este dispositivo contra la obesidad es una minucia comparado con lo que vendrá. Sin embargo, estamos ante un dispositivo real, de un centímetro de tamaño, desarrollado para enviar mensajes eléctricos al cerebro y combatir la obesidad. No es el único. El desarrollo de la optogenética ha tomado impulso.
El nuevo dispositivo estimula el nervio vago, y proporciona la sensación de estar totalmente saciado. Adiós al hambre, cuando quieras. Es un chip inalámbrico, así que es posible controlarlo externamente por control remoto. Implantarlo requiere una cirugía mínimamente invasiva. El chip está desarrollado por el departamento de ingeniería eléctrica e informática de la Universidad Texas A&M. Sus hallazgos aparecen en Nature Communications .
Esta nueva vía de desarrollo de dispositivos para tratar enfermedades, recibe el nombre de optogenética inalámbrica y busca identificar vías neuronales periféricas que controlan tanto el apetito como otros comportamientos. Esto quiere decir que están desarrollando dispositivos diminutos, implantables, que es posible activar para que produzcan un estímulo eléctrico en el sistema nervioso. No en todo el sistema nervioso, solo en el sistema de neuronas encargado del comportamiento, hábito, costumbre, o lo que sea que se quiera modificar, corregir, disminuir o aumentar. Hay en desarrollo chips implantables contra la ansiedad, el estrés, la memoria, etc. Se trata de hackear el cerebro, básicamente, y enviarle las instrucciones correctas para el buen funcionamiento del organismo.
El micro chip inalámbrico contra la obesidad en principio está destinado a personas con un índice de masa corporal superior a 35 o que tienen al menos dos afecciones relacionadas con la obesidad, aquellos que entran en la lista para someterse a cirugías gástricas. Y apunta, específicamente, al nervio vago.
Se trata de hackear el nervio vago, el responsable de transmitir la sensación de saciedad al cerebro.
Lo interesante para los expertos del nervio vago es que se encarga de transmitir al cerebro la sensación de plenitud. Su recorrido va desde el revestimiento del estómago hasta el cerebro. Ya existen algunos dispositivos, similares a los marcapasos, que tratan de hackear la información del nervio vago para tratar a personas con obesidad. Estos dispositivos están conectados a una fuente eléctrica, y producen pequeñas descargas sobre las terminaciones del nervio vago. Pero ahora estamos ante un dispositivo mucho más sofisticado.
Para el desarrollo del implante cerebral, primero utilizaron herramientas genéticas para expresar genes que responden a la luz en terminaciones específicas del nervio vago in vivo. Luego, diseñaron un dispositivo diminuto e insertaron micro LED cerca de la punta de su eje flexible, el que va sujeto al estómago.
En la cabeza del dispositivo están los microchips necesarios para que se comunique de forma inalámbrica con una fuente de radiofrecuencia externa. El propio dispositivo también produce energía para alimentar los LED. Cuando se enciende la fuente de radiofrecuencia, se enciende la luz de los LED e inmediatamente se anula la sensación de hambre .
Los investigadores aseguran haber descubierto que el mecanismo biológico del hambre funciona de un modo diferente a como tradicionalmente se creía. Está ampliamente aceptado que cuando el estómago está lleno, se expande y la información sobre el estiramiento se transmite al cerebro por los receptores del nervio vago. De este modo, cuando el estómago se llena, el cerebro recibe la información, y te notas satisfecho.
Sin embargo, los científicos explican que en su estudio han encontrado la sensación de saciedad no solo tiene que ver con los receptores del nervio vago que informan sobre la hinchazón del estómago. Explican en su investigación que han encontrado que hay receptores que se activan ante determinados químicos de los alimentos, y que estos también podrían dar una sensación de saciedad incluso cuando el estómago no está distendido.
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