Aproximadamente el 77% de las galaxias observadas en el universo son espirales, ¿por qué estas no? La historia del «pingüino» y su «huevo» tiene mucho más que ver con la destrucción que con el amor.

La extraña imagen de estas dos galaxias, que imaginamos fácilmente como un pingüino y su huevo, es una muestra de la alta tecnología con la que hoy cuenta la NASA para observar el Universo. Están situadas a 326 millones de años luz de distancia en la constelación austral de Hydra.

Para obtener la foto, han unido la información obtenida por dos telescopios que aún cuesta creer que no sean ciencia ficción. Uno es el Hubble, que recoge la luz visible de los objetos del cosmos, y otro es Spitzer, que detecta la luz que emiten en el espectro infrarrojo.

Son dos galaxias distantes, conocidas como Arp 142, extrañamente parecidas a un pingüino que guarda un huevo.

La razón de su extraña forma, tiene que ver con que la pareja de galaxias interactúa, pero no es precisamente una relación de amor. Aunque quizá así es el amor intergaláctico.

La deformación de ambas galaxias se debe a la atracción gravitatoria, que las aproxima lentamente hasta que un día terminen fusionándose.

El pingüino perdió su simetría

NGC 2936 está siendo torcida, distorsionada y destrozada por los poderosos efectos gravitacionales de NGC 2937.

La parte «pingüino» de la pareja, NGC 2336, fue probablemente una galaxia espiral de aspecto relativamente normal, aplanada como una tortita con brazos espirales suavemente simétricos. Rica en estrellas calientes recién formadas, que se ven en la luz visible del Hubble como filamentos azulados.

NGC 2936 está siendo torcida, distorsionada y destrozada por los poderosos efectos gravitacionales de NGC 2937

Sin embargo, su forma se ha retorcido y distorsionado como consecuencia de los tirones gravitatorios de su vecina, el “huevo”.

Debido a la distorsión, lo que antes era bulbo central de estrellas brillantes de NGC 2936 ahora forma el «ojo» del pingüino.

Los hilos de gas mezclados con polvo destacan como filamentos rojos detectados en longitudes de onda más largas de luz infrarroja vistas por Spitzer.

El «huevo» tiene estrellas más antiguas

El «huevo» de la pareja, NGC 2937, por el contrario, carece prácticamente de detalles. El brillo verdoso de la luz estelar, claramente diferente, habla de una población de estrellas mucho más antiguas.

La ausencia de trazas de polvo rojo brillante informa de que hace tiempo que perdió su reserva de gas y polvo a partir de la cual pueden formarse nuevas estrellas.

Aunque esta galaxia reacciona a la presencia de su vecina, su suave distribución de estrellas no permite conocer como ha sido la distorsión de su forma.

Con el tiempo, estas dos galaxias se fusionarán para formar un único objeto, con sus dos poblaciones de estrellas, gas y polvo entremezcladas.

Este tipo de fusión fue probablemente un paso importante en la historia de la mayoría de las grandes galaxias que vemos a nuestro alrededor en el universo cercano, incluida nuestra propia Vía Láctea.

Imagen completa de las dos galaxias. Crédito: NASA-ESA/STScI/AURA/JPL-Caltech

 

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