Durante siglos, los científicos se han dedicado a estudiar si las auroras boreales producen sonidos perceptibles para el oído humano. Algunas personas dicen haber escuchado este fenómeno natural similar al «susurro de la seda»
¿Las auroras boreales producen algún sonido? Esta es una incógnita que ha sido analizada durante siglos por expertos. En 2016, un estudio finlandés confirmó que sí emiten sonidos perceptibles para el oído humano.
Una grabación realizada por uno de los investigadores involucrados en el estudio, Unto Laine, incluso afirmó haber capturado el sonido de las cautivadoras luces a 70 km de la superficie de la Tierra. Aunque esta teoría fue descartada por los científicos porque eran ruidos bastante extraños.
La aurora polar o aurora polaris es un fenómeno atmosférico que sucede en algunas regiones del planeta, durante la noche y en ciertas épocas del año. Ocurre cerca de los polos y se llama así porque sucede en el hemisferio norte entre los meses de septiembre y marzo. Las del hemisferio sur se denominan auroras australes y el mejor período para verlas es entre marzo y septiembre.
Este fenómeno se caracteriza por la aparición de luces de colores con formas alargadas sobre el firmamento y, al principio de nuestra historia, en la era de los mitos, se asoció a dioses, a serpientes y a dragones que surcaban el cielo.
Comenzaron a estudiarlas científicamente desde el siglo XVII y averiguaron que las auroras se forman cuando partículas que expulsa el Sol en sus combustiones chocaban contra la magnetosfera de la Tierra. El físico noruego Kristian Birkeland logró reproducirlas en un laboratorio en 1896 y de esta manera facilitó su comprensión.
La forma, los colores y la duración pueden variar con siluetas cercanas al horizonte y haces de luz que revisten el cielo. Van desapareciendo con la llegada del amanecer.
En las primeras décadas del siglo XX, algunas personas dijeron que habían escuchado un minúsculo silbido durante las exhibiciones de las auroras boreales. Algunos comparaban el sonido de la aurora boreal con el “susurro de la seda”.
Sin embargo, los científicos no estaban muy convencidos. La credibilidad de los informes de ruido de las auroras boreales de esta época, estaba ligada a las mediciones de altitud de estas. Se consideró que solo aquellas pantallas de colores que descendieran a baja altura en la atmósfera de la Tierra transmitirían sonidos que podrían ser escuchados por el oído humano.
Célebres físicos y meteorólogos se mantuvieron escépticos por entonces. Sir Oliver Lodge, el físico británico involucrado en el desarrollo de la tecnología de radio, comentó que el sonido de las auroras podría ser algo psicológico, una «alucinación auditiva», derivada del impacto que produce a los observadores un fenómeno de tanta energía. El meteorólogo George Clark Simpson argumentó que la visión de auroras bajas probablemente sería una ilusión óptica causada por la interferencia de nubes bajas.
Sin embargo, el principal científico experto en auroras boreales del siglo XX, Carl Størmer, publicó relatos escritos por dos de sus asistentes que afirmaban haber escuchado la aurora, lo que añadió cierta legitimidad a las informaciones recogidas hasta el momento.
El primer intento de darle validez científica a estos relatos fue el artículo escrito por el astrónomo canadiense Clarence Chart, en 1923. Argumentó que el movimiento de la aurora boreal alteraba el campo magnético de la Tierra, induciendo cambios en la electrificación de la atmósfera, incluso a una distancia significativa.
Esta electrificación producía un crujido mucho más cercano a la superficie de nuestro planeta cuando se encontraba con objetos en el suelo, muy parecido al sonido de estática.
La teoría de Chant tiene relación con muchos relatos de sonido de auroras y también está respaldada por informes ocasionales del olor a ozono, que tiene un olor metálico similar a una chispa eléctrica.
El artículo de Chant pasó desapercibido en la década de los años 20 y solo recibió reconocimiento a partir de 1970 cuando dos físicos revisaron la evidencia histórica. La teoría de Chant ha sido aceptada por los científicos de hoy en día, aunque todavía existe un debate sobre cómo funciona exactamente el mecanismo para producir el sonido.
Lo que está claro es que, en algunas ocasiones, la aurora sí produce sonidos que podemos escuchar los seres humanos y no son simplemente hechos ilusorios.
Aunque bien es cierto que este espectáculo natural auditivo se presenta solo en el 5% de las exhibiciones de auroras boreales y con más frecuencia si las observas en la cima de las montañas.
El compositor Ēriks Ešenvalds introdujo este sonido en su tema Nothern Lights. Se trata de la única canción popular letona reconocida que narra esta maravilla atmosférica. Es otro modo de percibirlas muy diferente y desde casa, aunque no sustituirá a la experiencia de oír en la naturaleza el «susurro de seda» de una aurora boreal.
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