Si alguna vez creímos que la Tierra es un canica azul en el Universo, la astronomía demuestra que el planeta que habitamos es aún más insignificante
A menudo, las fotos de satélite nos muestran la grandiosidad del planeta Tierra en primer plano: cadenas montañosas, nubes y ríos, océanos cada vez más dañados. Pero ese protagonismo del planeta en el que navegamos por el Universo es solo una cuestión de perspectiva. Las imágenes reales de la Tierra tomadas por distintas misiones de la NASA muestran que el planeta que nos acoge ni siquiera es una canica azul.
La foto superior muestra la Tierra y su Luna desde Mercurio. La sonda Messenger de la NASA capturó esta vista de la Tierra y la Luna el 6 de mayo de 2010. La nave espacial estaba a 183 millones de kilómetros de la Tierra en ese momento, más lejos que nuestra distancia promedio del Sol (150 millones de kilómetros)
El libro de Carl Sagan Un punto azul pálido, se basó en la imagen tomada el 5 de febrero de 1990 por la sonda Voyager 1 en la que se veía la Tierra desde 6.000 millones de kilómetros, la más lejana hasta ese momento.
Fue la primera vez que la especie humana miro al Universo con humildad. Con un tamaño de 0,12 píxeles, la Tierra no se veía más que como un punto sin importancia dentro de un basto campo de estrellas. Su brillo sin particularidad y su presencia irrelevante, convirtieron la fotografía en un ejemplo al que mirar cuando la especie humana cree ocupar el centro del cosmos. Aún íbamos a sentirnos mucho más pequeños.
En 2006, la sonda Cassini envió fotografías desde 1.500 millones de kilómetros de la Tierra mientras orbitaba Saturno.
Los dos puntos de luz que se ven entre los anillos de Saturno son la Tierra y nuestra Luna.
Hace poco más de tres años, debido a que el Sol estaba temporalmente bloqueado por el cuerpo de Saturno, la nave robótica Cassini pudo mirar hacia el interior del Sistema Solar. Allí, divisó nuestra Tierra y nuestra Luna, apenas unos puntitos de luz a unos 1.400 millones de kilómetros de distancia.
El Sistema Solar está en uno de los brazos de la espiral, a unos 25.800 años luz del centro y unos 22.000 del extremo.
El telescopio espacial Kepler de la NASA ha encontrado al menos 300 millones de planetas potencialmente habitables en la Vía Láctea.
La Vía Láctea es una galaxia grande, espiral y puede tener unos 300.000 millones de estrellas, entre ellas, el Sol. En total mide unos 100.000 años luz de diámetro y tiene una masa de más de dos billones de veces la del Sol. El telescopio espacial Kepler de la NASA ha encontrado al menos 300 millones de planetas potencialmente habitables en la Vía Láctea. La posición y la relevancia de la Tierra en la galaxia es tan pequeña que poco ocurriría si despareciéramos.
Nuestro Sol se halla en el borde interno de un brazo espiral de la Vía Láctea llamado “brazo de Orión”. El Sol, que arrastra con su gravedad al Sistema Solar, órbita entorno al centro galáctico con un periodo de 240 millones de años, a una velocidad de 220 km/s. Estamos realizando un viaje interestelar tremendo, y ni siquiera nos damos cuenta.
Los científicos calculan que el Universo conocido puede contener alrededor de 100.000 millones de galaxias. La Vía Láctea, la que contiene el Sistema Solar con la Tierra incluida, es solo una entre cientos de millones de galaxias. Esta imagen del telescopio espacial Hubble da una idea no ya de la insignificancia de la Tierra, sino de la galaxia que nos contiene.
Esta vista de casi 10.000 galaxias se llama Campo Ultra Profundo del Hubble. La instantánea incluye galaxias de varias edades, tamaños, formas y colores. Las más pequeñas y rojas, alrededor de 100, pueden estar entre las más lejanas conocidas, activas cuando el universo tenía solo 800 millones de años. Las galaxias más cercanas, las espirales y elípticas más grandes, más brillantes y bien definidas, prosperaron hace aproximadamente mil millones de años, cuando el cosmos tenía 13 mil millones de años.
La imagen requirió 800 exposiciones tomadas en el transcurso de 400 órbitas del Hubble alrededor de la Tierra.
Los científicos han generado la representación virtual más grande y precisa del Universo hasta la fecha. En el mismo centro de la simulación (y de nuestro propio Universo) se encuentra la Vía Láctea y nuestro vecino masivo más cercano, la galaxia de Andrómeda (conocida como M31).
El equipo internacional de investigadores, dirigido por la Universidad de Helsinki e integrado por miembros de la Universidad de Durham en el Reino Unido, utilizó simulaciones de supercomputadoras para recrear toda la evolución del cosmos, desde el Big Bang hasta el presente.
La simulación, denominada SIBELIUS-DARK, cubre un volumen de hasta una distancia de 600 millones de años luz de la Tierra y está representada por más de 130 mil millones de «partículas» simuladas, lo que requiere muchos miles de computadoras trabajando en conjunto durante varias semanas y produciendo grandes cantidades de datos.
Y lo más interesante es que aquí no acaba todo. Esa simulación es la más completa, pero no abarca todo el Universo conocido. Añadamos, por qué no, que muchos físicos apuestan porque no existe un único universo. Aunque, en este punto, parece que no hacen falta más datos para mostrar nuestra insignificancia cósmica.
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