La ciencia de los átomos ha llevado a la humanidad a crear armas que pueden destruirla por completo. También, en ellos está la esperanza científica de lograr una energía limpia y barata que frene el cambio climático y salve el planeta
Ciencia, ¿ángel o demonio?
Detrás de la amenaza de guerra nuclear que nos tiene en vilo, está el que posiblemente sea el descubrimiento científico más relevante del siglo pasado. Ese descubrimiento permitió fabricar las primeras bombas nucleares (Hiroshima y Nagashaki son su herida), también, la centrales nucleares que proporcionan energía hoy, y las bombas de hidrógeno, las armas con más potencial destructor del momento.
El arsenal armamentístico nuclear que exhiben rusos y americanos puede acabar sin duda con la humanidad entera, y la ciencia del átomo lo hizo posible.
Pero también, ese mismo descubrimiento, es la base de las investigaciones que se están llevando a cabo en estos momentos en ITER, un proyecto internacional, con participación de rusos, chinos, norteamericanos etc, que busca, y asegura que está cerca, conseguir energía limpia, eterna y barata.
La factura de la luz no será un problema si lo logran. ¿Han oído hablar recientemente de que China fabrica un Sol artificial? No son los únicos, y están hablando de esto.
Todo tiene que ver con el átomo, la partícula más pequeña en la que se puede dividir un elemento químico sin que pierda sus propiedades.
Átomos. Fue Einstein el que puso en una fórmula que romper átomos genera energía. Y juntar átomos, mucho más. Y los científicos empezaron a llevarlo a la práctica. La famosa formula E=mc2 lo que dice es que al perder masa se desprende energía. Esa energía es la que después mueve turbinas y llega a casa para que funcione la nevera.
En los años previos a la Segunda Guerra Mundial, algunos científicos (Einstein también estaba en el grupo) vieron que la energía nuclear se podía utilizar para fabricar un nuevo tipo de bombas.
Separando átomos, con la fisión nuclear, el proyecto Manhattan desarrolló las dos primeras bombas atómicas de la historia. Hiroshima y Nagasaki fueron su campo de pruebas. La energía que produce se convirtió en el mayor arma mortífera. Aún podía superarse.
Rompiendo átomos, se crearon las primeras centrales nucleares que aún hoy proporcionan gran parte de la energía que consumimos.
El dilema es que al romperlos, la fisión nuclear, se liberan en el proceso residuos radiactivos, altamente peligrosos para la salud y el medio ambiente que tardan miles de años en degradarse.
Había que probar otra forma, no romper átomos, sino juntarlos. Así funciona una estrella, así funciona el Sol, fusionando permanentemente sus átomos de helio.
La fusión, unir átomos, consigue mucha más energía que romperlos. Muchísima más. Estamos hablando de imitar una estrella.
Y lo lograron. Las bombas de hidrógeno combinan ambas cosas, fisión y fusión.
En la bomba de fusión se fusionan deuterio y tritio para generar un átomo más grande, como el hidrógeno. Por eso a la bomba nuclear también se la conoce como bomba de hidrógeno. Una bomba de hidrógeno es 1000 veces más poderosa que una bomba atómica, según varios expertos nucleares. La famosa bomba del Zar es una de ellas.
En una bomba típica se alcanza una temperatura en su interior de unos 300 millones de °C. El centro del Sol tan solo alcanza los 20 millones de grados.
De ahí que una de las consecuencias inmediatas de la caída de una bomba de este tipo en una ciudad es que, con esta temperatura, literalmente todo tejido humano se evaporaría.
Einstein llegó a decir que no sabía cómo sería la Tercera Guerra Mundial pero que la Cuarta se combatiría con piedras y palos.
El mismo proceso que activa la bomba termonuclear o de hidrógeno es el que puede lograr un día una energía limpia y barata para la humanidad.
Los científicos pensaron que sería más seguro imitar la energía del sol, donde no se rompen átomos sino que se unen y fusionan átomos de helio, lo cual deja escapar una energía considerable y más segura. Sin residuos.
Ya es fácil conseguir la fusión nuclear en laboratorio. Lo que no es posible es contenerla. Han de contener una estrella en un tanque, para aprovechar la energía descomunal que produce. A día de hoy, apenas consiguen mantener el proceso unos segundos.
Los primeros que diseñaron un contenedor capaz de albergar el plasma que se genera fusionando átomos fueran rusos. Estos contenedores reciben el nombre de Tokamak.
En 2006 se unieron la UE, China, Rusia, Japón, Estados Unidos, Corea del Sur e India para construir el primer reactor de fusión del mundo, en la ciudad francesa de Cadarache. Se basarían en el reactor experimental Tokamak que los soviéticos construyeron en los años 60. Lo llamaron ITER: International Thermonuclear Experimental Reactor.
Hoy sabemos que necesitamos un reemplazo para los combustibles fósiles lo antes posible y la fusión nuclear es la gran esperanza.
Ahora si parece posible responder a la pregunta inicial sobre la ciencia, ¿ángel o demonio? Quizá como la especie humana, ni lo uno, ni lo otro.
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