Son los fenómenos atmosféricos que nos tienen en vilo: Domos de calor, gotas frías, DANAs, reventones de calor… Así se producen:
Manuel Peinado Lorca, Universidad de Alcalá y Luis Monje, Universidad de Alcalá
Las altas temperaturas excepcionalmente prolongadas del actual verano, el más tórrido desde 1916, obedecen a los llamados domos de calor. Como resultado de esta anomalía térmica, para otoño se vaticinan grandes tormentas atribuidas sin fundamento a dos fenómenos meteorológicos equivalentes: las gotas frías y las DANA. Mientras tanto, el verano se ha visto inundado por un nuevo icono mediático: el reventón de calor.
El punto de partida para explicar estas o cualquier otra alteración disruptiva de la estabilidad atmosférica en nuestras latitudes hay que relacionarla con un fenómeno meteorológico global: el chorro polar, que es el conductor de borrascas, anticiclones y DANA, entre otras perturbaciones meteorológicas.
Los movimientos generales de la alta atmósfera se expresan fundamentalmente en el frente polar,
por encima del cual circula la corriente en chorro, un río de vientos acelerados de poniente que se genera a 9 000 m de altura aproximadamente y gira en torno al Polo Norte por todo el hemisferio boreal.
Del anillo asociado de vientos del oeste se benefician los aviones transoceánicos cuando vuelan con rumbo este para aumentar su rapidez y ahorrar combustible.
Tanto el frente como la corriente en chorro no son rectilíneos, sino que tienden a formar crestas y vaguadas (ondas de Rossby). Según ese patrón de montaña rusa a escala planetaria, el aire polar baja latitudinalmente en algunas zonas y el tropical sube en otras. El ascenso de aire caliente desde los trópicos está en el origen de los domos, mientras que el descenso del frío lo está en el de gotas frías o DANA.
Si los meandros de la corriente en chorro crecen, se mueven más lentamente y llegan a estacionarse, se producen situaciones idóneas para que se generen los domos de calor precedidos por los llamados bloqueos en omega.
El bloqueo es la obstrucción a gran escala de la circulación normal (oeste-este) de las borrascas de latitudes medias. Cuando una ola se arquea sobre una zona, el aire cálido y seco se desplaza hacia el norte y eleva las temperaturas por encima de lo normal. Si esta situación de niveles altos coincide con una alta presión en superficie y con unas presiones relativamente bajas hacia el este y el oeste, se forma un bloqueo en omega (Ω), que puede evolucionar a domo en determinadas condiciones.
Un domo de calor ocurre cuando una situación anticiclónica de calor y estabilidad bloqueada atrapa el calor sobre un área determinada. El aire caliente (menos denso) trata de ascender, pero las altas presiones atmosféricas que yacen sobre él lo comprimen hacia abajo y, por tanto, se calienta más adiabáticamente. El aire queda atrapado en una especie de cúpula que impide la formación de nubes y estabiliza condiciones despejadas durante días o incluso semanas con olas de calor en superficie. El domo está servido.
Cuando la velocidad del chorro se reduce por debajo de 70 km/h, la onda se alarga y se estrecha hasta que se estrangula y rompe su conexión con el chorro, lo que libera un embolsamiento de aire frío que los alemanes denominaron kaltlufttropfen (gota fría), precursora de su versión nomenclatural hispana: la DANA (depresión aislada en niveles altos).
Ambas denominaciones son comodines meteorológicos que se aplican coloquialmente a cualquier estado del tiempo que lleve asociado tormentas con lluvias intensas de efectos catastróficos, sobre todo en otoño y en la cuenca mediterránea, sea cual sea el origen genético de las precipitaciones. El problema para asociarlas con tales perturbaciones es doble: conceptual y empírico.
Las gotas frías germanas no guardan relación con perturbaciones meteorológicas en superficie, porque tal y como fueron definidas en 1866 tienen que cumplir tres condiciones: ser una depresión, estar aislada y estar en niveles altos sin reflejo en superficie.
La irrupción de la gota fría en el imaginario popular arranca en 1982 cuando unas lluvias catastróficas provocaron la ruptura de la presa de Tous (Valencia). El Instituto Nacional de Meteorología redactó un informe que adjudicaba la causa principal a una gota fría. Pasemos ahora de la teoría a la práctica.
Desde 1982, el término gota fría constituyó un axioma, aunque hacía más de treinta años que se había denunciado su uso erróneo, una conclusión avalada estadísticamente a posteriori. La inmensa mayoría de las gotas frías observadas sobre la península ibérica no se puede relacionar con la gota fría. En la Comunidad Valenciana, una gran víctima de las gotas frías, de las 575 situaciones registradas con episodios de lluvias fuertes (más de 100 mm/24h), solo en un 18 % se detectó una gota fría cercana.
De acuerdo con un estudio sistemático sobre cientos de casos, cuando en las costas del arco mediterráneo español hay precipitaciones fuertes de 60 mm/día o más, las DANA son inexistentes, pero en más del 95 % de los casos aparece una depresión próxima y simultánea que provoca agrupamientos locales de tormentas, los llamados sistemas convectivos de mesoescala.
Esos sistemas, producto de corrientes convectivas, están en el origen de otros focos tormentosos locales como el reventón cálido que sufrió días pasados Cullera, y que nada tiene que ver con gotas frías o DANA.
Como pueden ver en este video, los reventones de calor, en inglés heat burst, son vendavales que se desatan como fuertes tormentas a escala muy local acompañados de una intensa precipitación con un radio horizontal inferior a diez kilómetros y una vida efímera de entre cinco a treinta minutos.
Los reventones de calor se forman por una corriente convectiva originada en el seno de una nube tipo cumulonimbo, con formación de una columna térmica inversa: la masa de aire en el interior de la tormenta se enfría y lo hace cada vez más a medida que desciende a mayor velocidad según se acerca al suelo.
Si viene acompañada de precipitación intensa que se desploma a través del aire más cálido con un punto de rocío más alto y se evapora antes de llegar a la superficie, la virga ayuda a imprimir una velocidad adicional al reventón que estalla en superficie con la potencia de una bomba.
Manuel Peinado Lorca, Catedrático de Universidad. Director del Real Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá, Universidad de Alcalá y Luis Monje, Biólogo. Profesor de fotografía científica, Universidad de Alcalá
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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