¿Envejece el sentido del olfato? ¿Los gemelos huelen igual? ¿Por qué no tienen nombre los olores? ¿Se puede conectar con el cerebro desde la nariz? ¿Por qué se pierde olfato con la infección por coronavirus?
Laura López-Mascaraque, investigadora del CSIC y presidenta de la Red Olfativa Española, escribió un libro junto a Jose Ramon Alonso, El olfato, que recoge una enorme cantidad de información sobre el llamado sentido químico. Estas son algunas de las preguntas y respuestas más curiosas que surgieron durante nuestra conversación. Laura Lopéz-Mascaraque consiguió que nos interesáramos por el olfato más allá de su relación con el coronavirus.
Muchos pacientes de la COVID-19 tienen anosmia, o pérdida de olfato. Parece que en un 60% de los casos que muestran este síntoma, tiene un cuadro leve en cuanto al desarrollo de la enfermedad.
En el caso de la COVID-19 el sentido del olfato se puede perder de forma abrupta, no tienes por qué tener congestión nasal. Pude deberse a que el coronavirus provoca inflamación en el epitelio olfativo. Nosotros pedimos que la anoxia se reconozca como un síntoma de pre diagnóstico de la infección por coronavirus. Si pierdes el olfato de forma abrupta, pueden aislarte antes de que te puedan hacer test. Esto reduciría muchísimo los contagios.
En parkinson o Alzheimer también se produce anosmia, y no se sabe por qué. En ratones transgénicos con Alzehimer, se ha visto que las áreas relacionadas con el sistema olfativo son las primeras afectadas por las placas que se generan en esta enfermedad. La pérdida de olfato podría ser una vía de detección precoz de estas enfermedades.
No tenemos un umbral olfativo que nos permita medir cuánto olemos, no es como la vista, en la que se aprecia como disminuyen las dioptrías con la edad. En el caso del olfato no hay un baremo para poder sabe en qué lugar nos encontramos. Pero cuando avanzamos en edad, igual que ocurre con la vista, también perdemos olfato.
La percepción del olor es algo muy subjetivo. Algo nos huele a almendra, o nos huele a rosa, pero ese olor no tiene un nombre. No les hemos puesto nombre a los olores, y sería una buena idea hacerlo, porque nos permitiría tener mucha más información sobre el olfato.
Sí. El olfato es una vía directa para llevar fármacos al cerebro. Se ha pensado mucho y los que trabajamos en el olfato pensamos que sería mejor no tener que cargar los fármacos en la sangre, incluso para administrar la insulina. Se podría hacer a través de una inhalación. Se están haciendo pruebas, pero por ahora no hay nada.
Cada persona tiene un olor único, una huella dactilar, salvo los gemelos idénticos. Muchísimos genes en humanos se dedican al olfato. Entre el 3 y el 5% del genoma del ser humano se dedican al olfato. En ciencia forense se trabaja para poder detectar si una persona ha estado en el lugar del crimen por su huella olfativa, incluso se podría pensar en que fuera nuestra clave de acceso a sistemas informáticos. Sin embargo, los gemelos idénticos tienen una huella de olor muy parecida. Esa huella depende en gran medida de los genes, por eso la huella olfativa en ellos es idéntica.
En parte sí. Perderemos los malos olores, como el del tabaco si alguien fuma a tu lado, pero con una mascarilla no tendrás la misma experiencia frente al mar que sin ella. Del mar, además de verlo, lo hueles. Y este sentido aporta información emocional que nos vamos a perder. Pero estoy segura de que no vamos a tener que llevar mascarillas siempre.
Si quieres saber más, lo encontraras en el libro El olfato, de Laura López-Mascaraque, investigadora del CSIC y presidenta de la Red Olfativa Española.
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