El pangolín, una rareza entre los animales, casi tan inexplicable como los ornitorrincos, ha sido considerado inocente de la acusación de ser el intermediario entre murciélagos y humanos de la transmisión del SARS-CoV-2.
Ya nadie come bebés de pangolín en guisos ilegales. Las escamas de su escudo han perdido poderes para curarlo todo. Estuvo en el epicentro de la pandemia por la COVID-19 cuando se sospechó que era el eslabón entre murciélagos y humanos para transmitir el coronavirus que nos atormenta, y también se pensó que podría ser la clave para la vacuna contra el COVID-19.
Nocturno, sigiloso, solitario. No es extraño que en lugares como Zimbawe encontrarse con uno en el camino sea señal de buena suerte, porque es muy raro verlos. En el país africano, cuentan que según los pasos que dé el pangolín antes de desaparecer, ese será el número de años de buena suerte. Así es la magia, como un cuento, pero sumamente peligrosa.
Un estudio publicado en Nature aseguraba haber encontrado en pangolines malayos virus similares al SARS-CoV-2 . Así que se pensó que podría haber sido el pangolín, quizá, el trampolín que usó el coronavirus para saltar del murciélago hasta nuestra especie. Hoy ese eslabón sigue sin asomar. Aún no se sabe qué animal sirvió de puente. Pero el pangolín se descartó.
Lo cierto es que la sospecha le dio una tregua, y ya nadie se atreve a comer pangolín. El miedo a que los pangolines fueran la causa de nuestra condena provocó que China le aupara a los primeros puestos de entre las especies que necesitan máxima protección. Ahora está al mismo nivel que koalas y pandas, es decir, a un paso de desaparecer para siempre, pero protegido por la prohibición total de darle caza.
China ha dado un paso más: ha retirado sus escamas del vademecum de ingredientes para su extendida medicina tradicional. Ahora sus escamas ya no sirven, según la biblia china del ‘cura sana’, para curar el asma, el reuma, la artritis y la impotencia, que debe estar entre las penas que más tiran de remedios sobrenaturales.
Una tregua no significa que se hayan salvado. Los expertos dicen que se han arrebatado más de un millón de pangolines a los bosques
Aún hay muchas cosas que no se conocen del pangolín, por ejemplo, su longevidad. No se sabe cuantos años vive. Tampoco cómo se reproducen, cosa que no hacen en cautividad.
Es un animal extraño que camina con sigilo por la noche de los bosques, con una garras poderosas y el superpoder de usar las duras escamas que recubren su cuerpo como un escudo impenetrable, incluso para los dientes de los leones.
La carne de pangolín chino era un alimento común en la calle durante el invierno, cocinado con vino de arroz fermentado según una receta popular del pueblo de montaña de Zhu Yu que se remonta al siglo XVI. La receta requiere curar la carne de pangolín en sal durante dos días antes de hervirla en agua.
La última edición de la Farmacopea China, un compendio oficial del gobierno con los medicamentos que cubren las medicinas tradicionales chinas y occidentales, ya no incluye las escamas de pangolín en la lista de ingredientes aprobados, debido al “agotamiento de los recursos silvestres”.
La decisión de eliminar el pangolín de la lista oficial se produjo pocos días después de que la Oficina Estatal de Silvicultura y Pastos de China anunciara que el pangolín chino se convertiría en un “animal salvaje protegido de primer nivel”, el estado de protección más alto posible junto con los pandas y los tigres.
Pero esto no significa que todo haya terminado y el pangolín, el animal que el coronavirus convirtió en la estrella del año, aún o está a salvo de la extinción
En Asia son muy apreciados por su carne y escamas. Solo el año pasado, las autoridades incautaron más de 130 toneladas de productos relacionados con el pangolín, una cifra que se estima representa hasta 400.000 animales, según el grupo de conservación WildAid.
Un estudio publicado en The Journal of Ethnobiology and Ethnomedicine (JEET), recoge con detalle los países en los que se come su carne y/o se utilizan sus escamas para brujería o por sus supuestos poderes curativos, en ningún caso avalados por la ciencia.
Los pangolines han sido cazados durante mucho tiempo para la alimentación y la medicina tradicional en toda Asia y África occidental y central.
En Ghana, por ejemplo, la gente tradicionalmente usa diferentes partes (escamas, huesos, cabeza y carne) para diferentes propósitos incluyendo protección espiritual, reumatismos, infertilidad y convulsiones, mientras que la carne se utiliza para preparar amuletos para los jefes o líderes tribales.
En Sierra Leona, las escamas, la cabeza, la carne y la cola se utiliza principalmente para la alimentación, así como para la protección espiritual y para tratar las enfermedades de la piel y los problemas digestivos.
Los pangolines y sus escamas se utilizan de manera similar para ahuyentar los espíritus malignos y la brujería en Nigeria y en Benin, así como en toda la India y Pakistán.
En China, los pangolines son muy buscados para la medicina tradicional y como alimento. Las escamas se consideran una panacea medicinal como el cuerno de rinoceronte (y como los cuernos de los rinocerontes están hechos de queratina), y su carne es considerada un manjar.
La demanda de carne y escamas de pangolín, debido al creciente consumo de la clase media asiática, ha llevado a los pangolines al borde de la extinción. Desde todos los rincones boscosos de los trópicos se transportan a los mercados asiáticos. Y esto ha vaciado los bosques de pangolines.
Cuando comenzó la pandemia por el coronavirus, y en el momento álgido en el que algunas fuentes apuntaban al pangolín como el animal intermedio entre el murciélago y el humano en la transmisión del SARS-Cov-2, todavía había anuncios en Facebook donde era posible comprar carne y escamas.
Un anuncio decía: “Escamas de pangolín. Muy bueno para mujeres embarazadas y nuevas madres».
Los pangolines no se reproducen en cautividad, así que no es posible crear granjas donde crezcan para el consumo humano. La retirada de sus escamas como producto estrella en la medicina tradicional china les dará un respiro, pero la amenaza no ha terminado.
En 2014, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (UICN) advirtió que más de un millón de pangolines habían sido sacados de la naturaleza en los 10 años anteriores, poniendo a los animales en peligro de extinción. Las ocho especies están efectivamente prohibidas del comercio internacional en virtud de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora (CITES), pero la caza furtiva y la venta ilegal persiste..
Entre las iniciativas para proteger a los pangolines, esta de 2017 tuvo un impacto enorme. En el vídeo, el actor Jackie Chan enseña a los pangolines animados a practicar kun fu.
Zimbabwe tiene una de las leyes más estrictas contra la caza furtiva de pangolines en África. En la foto, un pangolín se aferra a un trabajador de conservación en Zimbabwe, en uno de los pocos santuarios que se especializa en la rehabilitación de pangolines incautados a comerciantes ilegales. Esta foto es parte de una serie tomada por el fotógrafo Brent Stirton que denuncia el comercio ilegal de pangolín. La serie ganó la categoría de mundo natural y vida silvestre de los Sony World Photography Awards de 2020.
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