Dos investigadores han analizado siglos de arte para comparar la representación de las frutas y verduras y conocer cómo era su aspecto antes
Las frutas y verduras no siempre han tenido el aspecto que tienen actualmente. A lo largo de los siglos el ser humano ha ido modificando su color, tamaño y sabor a través de la selección artificial, plantando los ejemplares con las características deseadas.
El plátano, por ejemplo, se empezó a cultivar entre 7.000 y 10.000 años atrás. Los plátanos silvestres tenían semillas muy grandes que se mezclaban con la parte carnosa, haciendo este fruto más amargo e incómodo de comer. La sandía primigenia, por su parte, tenía un tamaño de 50 milímetros, nada que ver con el monstruo actual.
El conocimiento que se tiene del aspecto primitivo de las frutas y verduras es gracias a la codificación del genoma de plantas antiguas en buen estado de conservación. Pero los genetistas se encuentran con algunas lagunas sobre el lugar y el momento en el que se comenzaron a cultivar. Además, el estudio del genoma no siempre es posible, porque a veces las muestras no se conservan bien.
David Vergauwen e Ive de Smet, un historiador de arte y un biólogo, han propuesto una nueva forma de conocer y trazar la evolución de las frutas y verduras. Para complementar la información que proporciona el análisis de sus genomas, han analizado la representación que se ha hecho de ellas a lo largo de la historia en la pintura.
«Mirar el arte puede ayudar a poner estas especies en un mapa del tiempo y rastrear su evolución», Ive de Smet, biólogo
La idea surgió hace un par de años cuando ambos observaban un cuadro del pintor flamenco Frans Snyders. Vergauwen le preguntó a Smet si conocía una fruta rara que aparecía en la pintura. Smet respondió que no la conocía, pero que tal vez el artista no era muy bueno. Vergauwen le respondió que Snyders era uno de los mejores pintores del siglo XVII y que si lo pintó así es porque realmente era así. La fruta rara sobre la que hablaban era una especie de sandía blanca.
Desde ese momento ambos comenzaron a investigar la evolución de las frutas y verduras a través del arte. Su estudio, en el que muestran las ventajas y desventajas de esta técnica, ha sido publicado en la revista Trends in Plant Science. Su objetivo es cotejar la información que proporcionan los cuadros con los datos genéticos de plantas antiguas para descubrir las mutaciones causantes de la evolución de las frutas y verduras.
Analizar la pintura para reconstruir el aspecto de las frutas y verduras tiene sus limitaciones. Hay que conocer el estilo y la calidad del artista para saber si las estaba plasmando de forma realista o no. «Incluso los pintores de renombre no son siempre una fuente fiable. Si utilizas a Picasso como referencia, tendrás una idea equivocada de la apariencia de la fruta o verdura», David Vergauwen, historiador de arte.
Otra de las limitaciones es la accesibilidad a los cuadros. Aquellos que pertenecen a colecciones privadas o menos conocidas pueden estar fuera del alcance de los investigadores. Por otro lado, cuando se encuentra alguna planta en un cuadro, normalmente no aparece su nombre en el título de la obra.
Los autores animan a participar a aficionados del arte de todo el mundo para que les proporcionen imágenes de pinturas que contengan frutas o verduras. «Para nosotros es fácil ir a las colecciones europeas como el Louvre de París, pero también hay museos en Asia o en América Central y del Sur que podrían enseñarnos mucho», dice el biólogo Ive de Smet.
REFERENCIAS
Genomes on Canvas: Artist’s Perspective on Evolution of Plant-Based Foods
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