Un estudio explica por qué en general cuanto mayor es la recompensa de una tarea, más rendimos, pero si es demasiado alta tenemos más probabilidades de fallar miserablemente
Estás jugando al fútbol, y toca chutar el penalti que decidirá el resultado. Si se trata de un partido entre amigos, y quien pierde paga las cervezas, es posible que metas gol. Pero si el penalti decide el ascenso de tu equipo, las posibilidades de que falles aumentan peligrosamente.
Todos conocemos esta sensación: los nervios nos traicionan en los momentos más importantes. Cometemos un error de bulto en el examen final, olvidamos llevar el anillo el día de la boda, cambiamos las cifras en la presentación de los resultados anuales.
¿Somos los únicos animales que metemos la pata en el peor momento?
Se sabe que los seres humanos rinden mejor cuando la recompensa es alta. Por ejemplo, estás más motivado para ganar un partido en el que hay un trofeo que un partido normal. Pero, paradójicamente, cuando lo que está en juego es realmente alto, nuestro rendimiento es desastroso. ¿Por qué? ¿Se trata de una adaptación evolutiva? ¿Somos los únicos animales que metemos la pata en el peor momento?
Un estudio de la Universidad Carnegie Mellon ha comprobado que los macacos rhesus también fallan bajo presión. Los investigadores entrenaron a los monos para realizar una tarea de velocidad + precisión, en la que el objetivo era mover el cursor en una pantalla para alcanzar un objetivo.
Se hizo entender a los monos que había una recompensa por completar la tarea con éxito. Había cuatro tamaños de recompensa: pequeña, mediana, grande o premio gordo. El premio gordo era diez veces mayor que la recompensa grande, y sólo estaba disponible en el 5% de los ensayos.
Los monos tenían que mover un el cursor (círculo rojo) para que quedara dentro del objetivo inicial (círculo azul). A continuación, aparecía un objetivo secundario (círculo gris), y su posición indicaba si la recompensa era más o menos grande. Tras un breve período de tiempo variable, el objetivo inicial desaparecía, lo que indicaba al animal que debía alcanzar el objetivo secundario. Los monos tenían que mover rápidamente el cursor hacia el nuevo objetivo.
Los investigadores descubrieron que las tasas de éxito mejoraban cuando la recompensa era más grande. Sin embargo, disminuyeron cuando se trataba del premio gordo: los porcentajes de éxito cayeron entre un 9,6% y un 25,2%.
Los investigadores trataron de determinar qué era lo que hacía que los monos se bloquearan con el premio gordo: el que fuera poco frecuente, o la magnitud de la recompensa. Recordemos que el premio gordo sólo estaba disponible en el 5% de las pruebas, y era 10 veces mayor que la recompensa más grande. Para aislar el efecto hicieron que el premio gordo fuera menos frecuente en algunas pruebas pero no muy grande, o muy grande pero no raro en otras.
Los resultados indican que que ni la rareza ni la magnitud, por separado, provocaban un bloqueo significativo, lo que sugiere que es necesario que se den ambas características. Además, los monos, al igual que los humanos, se bloquean bajo presión independientemente de la experiencia que tengan en la realización de una tarea.
Si fallas ese penalti, al menos tienes el consuelo de que no estamos solos en nuestra capacidad para el fracaso.
REFERENCIA
Monkeys exhibit a paradoxical decrease in performance in high-stakes scenarios
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