La peste negra que asoló Europa en el siglo XIV podría ser mucho más antigua de lo que se pensaba
Investigadores del Instituto Francis Crick han identificado tres casos británicos de Yersinia pestis, la bacteria causante de la peste, con 4.000 años de antigüedad, lo que constituye la evidencia más antigua de la peste en Gran Bretaña hasta la fecha, según se informa en un artículo publicado hoy en Nature Communications.
En colaboración con la Universidad de Oxford, el Grupo de Historia Local de Levens y el Museo de Wells y Mendip, el equipo identificó dos casos de Yersinia pestis en restos humanos hallados en un enterramiento colectivo en Charterhouse Warren (Somerset) y otro en un monumento en forma de anillo en Levens (Cumbria).
Tomaron pequeñas muestras de esqueletos de 34 individuos de los dos yacimientos y detectaron la presencia de Yersinia pestis en los dientes. Esta técnica se realiza en una sala blanca especializada donde se perfora el diente y se extrae la pulpa dental, que puede atrapar restos de ADN de enfermedades infecciosas.
A continuación analizaron el ADN e identificaron tres casos de Yersinia pestis en dos niños cuya edad estimada al morir oscilaba entre los 10 y los 12 años, y una mujer de entre 35 y 45 años. La datación por radiocarbono demostró que es probable que las tres personas vivieran aproximadamente en la misma época.
A lo largo de la historia ha habido distintas pandemias causadas por la peste, como la peste de Atenas, una epidemia devastadora que asoló Atenas en la antigua Grecia en 430, la peste de Justiniano, una pandemia en 541-542 en el Imperio Bizantino, o el motín de la peste, una serie de disturbios en Moscú en 1771 causados por un brote de peste bubónica. En la actualidad, a nivel mundial, se notifican unos 600 casos de peste al año. En 2017, los países con más casos fueron la República Democrática del Congo, Madagascar y Perú.
La peste ya se había identificado en varios individuos de Eurasia entre 5.000 y 2.500 años antes del presente (AP), un periodo que abarca el Neolítico Tardío y la Edad del Bronce (denominado LNBA), pero no se había visto antes en Gran Bretaña en esta época. La amplia difusión geográfica sugiere que pudo haberse transmitido fácilmente.
Esta cepa de la peste (el linaje LNBA) fue probablemente introducida en Europa central y occidental hacia el 4.800 a.e.c. por los humanos que se expandían por Eurasia y ahora esta investigación sugiere que se extendió a Gran Bretaña.
Mediante la secuenciación del genoma, los investigadores demostraron que esta cepa de la Yersinia pestis es muy similar a la identificada en Eurasia en la misma época.
Todos los individuos analizados carecían de los genes yapC e ymt, que se observan en cepas posteriores de la peste, este último de los cuales se sabe que desempeña un papel importante en la transmisión de la peste a través de las pulgas. Esta información había sugerido anteriormente que esta cepa de la peste no se transmitía a través de las pulgas, a diferencia de cepas de peste posteriores como la que causó la Peste Negra.
Dado que el ADN patógeno (el ADN de bacterias, protozoos o virus que causan enfermedades) se degrada muy rápidamente en muestras que podrían estar incompletas o erosionadas, también es posible que otros individuos de estos lugares de enterramiento pudieran haber estado infectados por la misma cepa de peste.
El yacimiento de Charterhouse Warren es raro, ya que no se corresponde con otros enterramientos de la época: los individuos allí enterrados parecen haber muerto a causa de un traumatismo. Los investigadores especulan con la posibilidad de que el enterramiento masivo no se debiera a un brote de peste, sino a que los individuos estuvieran infectados en el momento de morir.
Pontus Skoglund, jefe de grupo del Laboratorio de Genómica Antigua del Crick, declaró: «Conocemos el enorme impacto de muchos brotes históricos de peste, como la Peste Negra, sobre las sociedades humanas y la salud, pero el ADN antiguo puede documentar enfermedades infecciosas mucho más atrás en el tiempo. Las investigaciones futuras permitirán comprender mejor cómo respondieron nuestros genomas a esas enfermedades en el pasado, y la carrera armamentística evolutiva con los propios patógenos, lo que puede ayudarnos a entender el impacto de las enfermedades en el presente o en el futuro.»
REFERENCIA
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