En la factoría que Volkswagen tiene en Navarra se han producido modelos emblemáticos de nuestra historia automovilística. Uno de ellos, el Volkswagen T-Cross, ahora se actualiza.
850 robots trabajan sin descanso, día y noche, en la planta que Volkswagen tiene en Landaben, Navarra. Unen piezas con puntos de soldadura, atornillan ruedas, encajan motores… La escena recuerda más a la interpretación que hizo Víctor Ullate de Coppélia que a una fábrica donde se producen modelos como el Volkswagen T-Cross, el VW Polo y el VW Taigo.
Vehículos autónomos trasladan las piezas de un lado a otro mientras una máquina que evoca a las modernas ordeñadoras inyecta líquidos de frenos, aceite y otros fluidos a los vehículos que están a punto de terminar su viaje por la cadena de montaje.
Pero en Lanbaden hay también trabajadores. 4.500 personas que en tres turnos, con tres descansos cada uno de ellos, aseguran el proceso productivo. Todo está medido, controlado al milímetro como en la estación interespacial europea. ¿O no?
De pronto se apagan las luces automáticamente. A los trabajadores les toca descansar diez minutos, pero no a los robots que continúan con su actividad mecánica. Para ello no necesitan luz, solo seguir las instrucciones de quienes les han programado.
La factoría de Volkswagen no siempre ha estado tan mecanizada ni siempre se ha desarrollado bajo el paraguas del grupo alemán. Hace casi sesenta años, en 1965, la empresa de motores Nueva Montaña Quijano, situada en el lugar, contactó con la British Motor Corporation. El resultado del acuerdo fue la creación de Automóviles de Turismos Hispano Ingleses (Authi) y la fabricación del Morris 1100. El marqués de Huidobro, presidente de la fábrica en ese momento, no dudó en regalar la primera unidad producida a las Hermanitas de los Pobres. No siguió el mismo destino el Mini 850 que se produjo en Lanbaden en 1969 después de que British Leyland adquiriera el 50% de a Authi a Nueva Montaña Quijano. Diez años después, en 1975, Seat se hizo con el control de Authi y en 2005 comenzó la fabricación del VW Polo, que se sigue produciendo en la actualidad.
Así se le sacan los colores al protagonista
Pero en Landaben estos días ni el Polo ni el Taigo son los protagonistas, sino el Volkswagen T-Cross porque acomete una renovación necesaria para seguir frenando a la competencia. Lo primero que han hecho en VW es redefinir la nomenclatura de los colores. Adiós a esas denominaciones tan complicadas y cursis que se utilizaban para definir las diferentes tonalidades. Ahora las cosas son simples y los colores a elegir son: Amarillo Chillooón; Blanco, y Punto; Tirando a Beige; Azul Azulillo; Gris Grisáceo; Negro Oscuro, Plata Plateado; y Rojo, Rojo. El nuevo Volkswagen T-Cross también ha variado el frontal con mejoras en el sistema de iluminación con tecnología IQ y faros matrix led. En la zaga una línea de luz atraviesa el portón trasero.
En el Vollkswagen T-Cross, que mantiene la oferta de motores con un turbo de gasolina TSI 1.0 de 70 kW (95CV) y 85 kW (115 CV) y un 1.5 de 110 kW (150 CV), se han acometido otros cambios. El más reclamado por los consumidores era una mejora en los acabados interiores. Por supuesto, también incorpora un sistema de infoentretenimiento al que se puede acceder mediante una pantalla de 8 pulgadas (9,2 opcional).
Y todo esto se va a acometer desde la planta que la marca tiene en Lanbaden, aquella que nació hace casi seis décadas y en la que se han producido 718.220 unidades del T-Cross desde que se lanzara en 2018. Ahora, lo hace a un ritmo de máxima eficiencia porque apenas tardan 22 horas en fabricar un coche.
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