Las terapias celulares representan una idea fascinante. El proceso de curar las células tumorales no con fármacos, sino con organismos vivos, es un concepto revolucionario surgido a comienzos de la década pasada y que comienza a dar resultados.
Utilizar nuestras propias defensas para luchar contra el cáncer es un nuevo frente abierto en la batalla que la medicina libra con la enfermedad. La barrera que custodia el organismo se puede clasificar en sistema inmunitario adquirido (linfocitos que aprenden a qué atacar) y sistema inmunitario innato, del que forman parte las células NK. Lo que hacen es detectar patrones, y cuando encuentran algo anómalo, atacan y destruyen sin preguntar. Son rápidas, directas y eficaces.
NK significa natural killer (asesinas naturales), y no reciben este nombre en balde, son asesinas natas con las que cuenta el sistema inmunitario. No necesitan aprender qué tienen que destrozar, como ocurre con los linfocitos B y T, sino que reconocen una serie de patrones y atacan a la amenaza directamente, soltándole sus gránulos tóxicos. Es la respuesta más contundente con que cuentan nuestras defensas.
Lucas Sánchez, investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CSIC), explica que las células poseen una especie de carné de identidad formado por determinadas proteínas en su membrana y que se conoce con el nombre de complejo mayor de histocompatibilidad (MHC): “Las natural killers actúan como un control de policía comprobando ese patrón MHC en nuestro organismo. Si encuentran una célula infectada por un virus, una oncológica o incluso una extraña que provenga de un trasplante cuyo MHC es diferente, que lo esconde o que simplemente no lo muestra, llega el momento de atacar y se lanzan a por ella sin ningún tipo de miramiento”.
Sin embargo, en pacientes con cáncer se ha observado que las NK no funcionan como deberían. La primera línea de defensa del cuerpo no hace su trabajo como se espera de ella. Es aquí donde entran en juego los nuevos tratamientos. Las terapias celulares resultan especialmente indicadas en casos de cáncer infantil. Hay que tener en cuenta que el cáncer adulto tiene en muchos casos un factor ambiental (por efecto del tabaco o de una mala alimentación) que no se da en los niños. En cambio, los tumores infantiles tienen un alto factor genético o celular. Por eso, la incidencia de los nuevos tratamientos en su abordaje puede resultar decisiva.
Las nuevas experiencias con trasplantes hematopoyéticos de natural killer que el doctor Pérez-Martínez está realizando en el Hospital Niño Jesús de Madrid se desarrollan en dos tiempos: los pacientes reciben un trasplante de células procedentes de donantes haploidénticos (sus progenitores, en este caso) para, pasados 30 días, recibir una infusión de natural killers incubadas ex vivo y estimuladas.
Se trata de un ensayo clínico en el que se pretende vencer la tolerancia del sistema inmunitario a las células tumorales en pacientes con cáncer metastásico. Ahora no existe solución alguna para ellos, porque la quimioterapia ya no surte ningún efecto y, además, la metástasis está en progresión. La terapia se lleva a cabo mediante el trasplante de células madre hematopoyéticas del padre o la madre del niño afectado (lo que se conoce como trasplante haploidéntico) utilizando el innato efecto antitumoral de las natural killers. Nos encontramos ante una terapia que podría aplicarse a más del 60% de los pacientes infantiles que carecen de un hermano donante HLA idéntico.
El doctor Antonio Pérez-Martínez, profesor asociado de Pediatría en la Universidad Autónoma de Madrid e investigador en el Servicio de Hemato-Oncología del Hospital Infantil Niño Jesús de Madrid, está a cargo de una de las investigaciones con células NK más punteras en España: “El cáncer infantil supone entre un 0,5 y un 1% del total. Es una gota en el océano de las enfermedades oncológicas entre los adultos, pero recordemos que, a pesar de los avances en los diagnósticos y tratamientos, fallecen entre el 20 y el 30% de los niños diagnosticados. El cáncer sigue siendo la primera causa de muerte por enfermedad entre los niños españoles”.
Unas cifras que nos revelan una realidad preocupante: en España existe un gran vacío en la investigación en cáncer infantil. “Hay un nivel aceptable en presupuesto y centros de investigación dedicados al cáncer, pero la inmensa mayoría se centra en los modelos de cáncer típicos de adulto, ya que tienen mayor incidencia. Sin embargo, el cáncer infantil es diferente del de adulto, tiene un destacado componente genético”, explica Antonio Pérez-Martínez.
A esa laguna en investigación hay que sumar la falta de una titulación específica: no existe una especialización en el cáncer infantil. Hasta el momento, los avances en el tratamiento están llegando de la mano de pediatras a los que hay que agradecer su interés y su empeño en superar obstáculos, puesto que, además, las administraciones sanitarias cada vez imponen mayores trabas y requisitos a la hora de realizar ensayos clínicos con niños.
Las terapias innovadoras que están desarrollándose en España ya han comenzado a dar los primeros frutos. Aunque los investigadores no quieren anticiparse, en este caso adelantan cuándo podrían estar disponibles en los hospitales. Un equipo de investigadores del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Zaragoza denominado Apoptosis, inmunidad y cáncer podría tener listo a partir de 2016 un tratamiento adicional a la quimioterapia basado en terapias celulares con NK. Según el anuncio público realizado hace unas semanas por parte del coordinador principal del proyecto, Alberto Anel, los ensayos clínicos comenzarán a realizarse con pacientes después de haber superado con éxito la experimentación animal con ratones.
Estamos ante nuevas terapias celulares que ampliarán la forma de tratar los problemas oncológicos. Es cierto que los casos de cáncer son cada vez más numerosos y la tendencia continúa al alza; sin embargo, también hay que indicar que en esa dura lucha contra la enfermedad cada vez se consiguen mejores resultados. Como indica Sergio Pérez Acebrón, investigador en la división de Embriología Molecular del Centro Alemán de Investigación sobre el Cáncer (DKFZ), por encima de las dificultades hay que poner sobre la mesa que los datos de supervivencia oncológica de los últimos 40 años son realmente positivos: actualmente se cura en el 50% de los adultos y en tres de cada cuatro niños.
Redacción QUO
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