El Centro de Investigaciones Geológicas y Mineras de Francia lleva vigilando desde el pasado mes de mayo una serie de terremotos de baja intensidad que se acumulan en las costas orientales de la isla de Mayotte, entre Mozambique y Madagascar. El pico más alto alcanzó la magnitud de 5.8 en la escala de Richter, pero el enjambre de ondas dio un giro peculiar el pasado 11 de noviembre, cuando los sismógrafos de todo el mundo registraron un temblor de muy baja frecuencia que se prolongó por al menos 30 minutos (incluso Hawai, que se encuentra a casi 18.000 km de distancia). A lo largo de este tiempo, se detectaron algunos pitidos de alta frecuencia los cuales aparecían cada minuto, como si se tratase del «tic-tac» de un reloj. Eso sí, ningún humano llegó a notar esos temblores.
El sismólogo de la Universidad de Southampton, Stephen Hicks, destacó este fenómeno en un tweet el pasado 12 de noviembre: «Algo muyyyyy grande, y extráñamente lento, envió ruidos sísmicos alrededor de la superficie de gran parte del planeta ayer. El acontecimiento parece haber sucedido en Madagascar (…)».
Debido a que se trató algo poco usual, diferentes geólogos y científicos de todo el planeta abrieron un momento en Twitter para poner en común todo lo que se estaba viviendo en cada parte del mundo y tratar así, todos juntos, de buscar una razón a qué pudo tratarse. Hasta la fecha no hay una razón concreta, pero la balanza se inclina por magma en movimiento muy por debajo del lecho marino (incluso hay algunos que van más allá y hablan de un monstruo marino dándose una vuelta por las profundidades del océano).
¿Y por qué empieza a cobrar peso esta tesitura? Mayotte es una isla francesa que forma parte del archipiélago de las Comoras, una cadena de islas volcánicas que estuvieron muy activas hace 20 millones de años. En una de ellas, Gran Comora, se encuentra el volcán activo más grande del mundo, el monte Karthala (2.360 metros), que ha hecho erupción más de 20 veces desde el siglo XIX, la última en mayo de 2006.
Si nos centramos en Mayotte, hace como 4.000 años que no ha visto lava fresca alguna. Así que cualquier actividad sísmica en el entorno de esta isla en concreto resulta intrigante y teniendo en cuenta que el resto es una zona activa, no sería de extrañar que el magma pudiera estar en movimiento bajo sus placas tectónicas. De hecho, las pocas estaciones GPS de la región que registraron algún movimiento del lecho marino en mayo, fueron tan leves que sugieren que la fuente de la señal es bastante profunda, lo que hace pensar una vez más en actividad volcánica provocada por lava en movimiento.
Ahora la duda está en cómo una actividad potencialmente sísmica en un punto del mundo ha sido registrada, aunque sea en baja frecuencia, en el resto del mundo. ¿A qué se debe esa magnitud? Las redes sociales siguen conspirando… pero no creemos que haya un monstruo marino detrás.
Fuente: Gizmodo