Lo habitual es que la domesticación de una especie animal haga que esta reduzca su tamaño. Por ejemplo, los perros domésticos son de media un 25% más pequeños que sus parientes salvajes. Pero un estudio realizado por un equipo de la Universidad de Copenhagen, revela que algo extraño sucedió con los gatos que vivían en la actual Dinamarca durante el período de los vikingos.
Los investigadores analizaron huesos de varias decenas de felinos hallados en sepulturas vikingas fechadas entorno al año 200 de nuestra era. Y lo que han descubierto es que estos animales eran de media un 16% más grandes que los gatos normales.
Pero, ¿a qué pudo deberse? Los investigadores no lo tienen claro. Piensan que pudo ser debido a que esos gatos vikingos tenían más acceso a fuentes de alimento que sus parientes de otras latitudes, o que sufrieron alguna mutación específica que les hizo ser más grandes.
Fuente: Science.